La Armada de México es un baluarte de libertad: Claudia Sheinbaum
CIUDAD DE MÉXICO, 11 de noviembre de 2018.- Al albergar gran cantidad de personas en espacios altamente contaminados, con islas de calor, las grandes urbes son especialmente sensibles a los efectos negativos del cambio climático.
En 2020, metrópolis como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey podrían tener pérdidas que rebasarían los mil millones de dólares anuales por mermas en la productividad y mayores gastos en salud, energía y agua, entre otros aspectos.
Lo anterior, derivado de la inacción ante el cambio climático, la cual podría generar para fin de siglo pérdidas acumuladas comparables al 50 por ciento y hasta más de dos veces el producto interno bruto (PIB) actual, que asciende a 1.15 billones de dólares.
Además, es probable que para 2070 la temperatura local aumente más de cuatro grados en el norte del país, situación a la que los ecosistemas de la zona difícilmente podrán adaptarse, expuso Francisco Estrada Porrúa, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
Estrada Porrúa hizo estas estimaciones con base en un modelo de evaluación integrada llamado CLIMRISK, que él desarrolló. Con este sistema se pueden realizar proyecciones socioeconómicas y climáticas, además de estimar los impactos económicos y riesgos de cambio climático con una resolución espacial cercana a los 50x50km.
Este modelo es único en México y sus resultados fueron incluidos en la Sexta Comunicación Nacional de México ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
En riesgo la seguridad alimentaria
Modelos biofísicos de cultivos muestran que de seguir con la inacción, para la primera mitad de este siglo también se podría reducir entre cinco y 20 por ciento la capacidad de producción agrícola del país, y hacia finales de siglo sería de hasta 80 por ciento, con importantes implicaciones en temas como la seguridad alimentaria.
“Si actualmente 23 estados tienen rendimientos en la producción de maíz de temporal superiores a una tonelada por hectárea, al término del siglo sólo 11 producirían al menos una tonelada, y el 55 por ciento de las pérdidas de grano se concentraría en Sinaloa, Tamaulipas, Jalisco, Chiapas y Guanajuato”, ejemplificó. Graciela Raga, también investigadora del CCA, enfatizó que es momento de que la ciudadanía exija a las autoridades adoptar acciones encaminadas a utilizar fuentes de energía renovables para reducir los contaminantes fósiles, y así unirse a los esfuerzos de otros países para lograr que la temperatura global aumente sólo 1.5 grados Celsius para finales de siglo.
Para alcanzar esta meta, las emisiones de gases de efecto invernadero (específicamente dióxido de carbono) se deben disminuir hasta en 45 por ciento para 2030 con respecto a los niveles registrados en 2010.
Esta meta implica el esfuerzo de la industria, los gobiernos y la ciudadanía. Estrada Porrúa resaltó que las estimaciones realizadas permiten tener una idea de los requerimientos mínimos de adaptación para los siguientes 10 o 20 años, y deben ser consideradas sobre todo por los tomadores de decisiones.