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CIUDAD DE MÉXICO, 21 de mayo de 2017.-El Arzobispo Primado de México, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, encabezó la celebración eucarística para borrar la ofensa del crimen cometido en el recinto religioso en contra del sacerdote José Miguel Machorro, apuñalado la noche del 15 de mayo en la Catedral de México.
El sacerdote, de 55 años, se encuentra internado y delicado de salud en el Hospital Mocel de Ciudad de México luego de ser atacado en el altar mayor; el agresor habría intentado degollarlo y logró herir al presbítero en el lado derecho del cuello.
La Santa Misa dominical por el desagravio en la Catedral Metropolitana de México presidida por el Cardenal Norberto Rivera Carrera, sirvió como marco para agradecer a las autoridades y solicitarles justicia por el atentado en contra del religioso.
“La iglesia siempre perdona porque tiene que seguir en paralelo a Cristo. Y si Cristo perdonó, nosotros tenemos que saber perdonar, no siete veces sino séptimas veces , o sea, siempre. Pero también , la iglesia con sencillez, con humildad, debe pedir la justicia” dijo el prelado.
“Por eso quisiera agradecer la prontitud con que la autoridad socorrió al padre Machorro porque si no, no se hubiera salvado. No sabemos todavía porque está en riesgo su vida. Pero las autoridades lo hicieron con actos dignos de alabanza pero hay tras autoridades que no lo hicieron”, apuntó.
Norberto Rivera Carrera agradeció a las personas que se han sumado a las voces que piden por la salud del sacerdote, y les hizo una invitación para pedir además por la paz pero también por la justicia en este caso.
“Esta es una preciosa aventura para cada uno de nosotros, ir la vida del espíritu, la que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce pero nosotros sí podemos porque el espíritu de Cristo habita en nosotros. No es levantar muros o echar cerrojos, ser cristiano es dejarse guiar por el espíritu de Cristo, espíritu de paz, de consolación, de exigencia de la justicia para que la comunidad cristiana pueda interrelacionarse con el mundo”, señaló.
“El peligro está en no creer en la promesa de Jesús, en creer que nosotros somos quienes edificamos la Iglesia, que somos nosotros quienes harán crecer la Iglesia y entonces nos dejamos caer en las palabras de los poderosos”, concluyó.