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CIUDAD DE MÉXICO, 31 de marzo de 2017.- Jorge Áviña Ávila no duda en responder que gracias a El Libro Vaquero, así como a otras historietas como Lágrimas y Risas, mucha gente aprendió a leer.
“La gente aprendió a leer con El Libro Vaquero, la seguía cada ocho días, así como fue Lágrimas y Risas, como muchas revistas que enseñaron a leer a la gente”, dice en entrevista con Quadratín México.
El dibujante, a quien le tocó hacer durante 20 años las portadas de la revista que en su época de auge llegó a vender 600 mil ejemplares semanales, reconoce que la historieta le ha abierto diversas puertas, invitaciones a exposiciones e incluso hay personas que le piden que los dibuje como en sus portadas, que incluían paisajes del viejo oeste, así como hombres apolíneos y mujeres de rostros níveos u oscuros de curvas pronunciadas.
“Me piden a veces portadas para poemas tipo El Libro Vaquero; un señor que quiere hacer un guión me pidió una portada para presentar el Story Board, pero con la portada de El Libro Vaquero; un señor que se casó la pusimos (a su mujer) de india y a él de vaquero. Siempre tengo trabajo relacionado con eso y trabajo de muchas cosas, pero es importante para mí eso”, expresa.
Está enterado de lo polémica que era la revista para algunos integrantes de cierta clase intelectual que la veía con desprecio, pero destaca que la revista finalmente era un referente y ahora artistas internacionales de vanguardia han volteado a revisarla.
“Discutida, pero siempre es un referente El Libro Vaquero, últimamente ha tenido mucho auge la historieta de ese tipo, la gente la recuerda. En una exposición trabajando con artistas conceptuales hicimos un trabajo y me dejaron un escaparate donde llevé portadas y revistas de El Libro Vaquero en una libreta, tuvo mucho auge y se vendieron en una galería en Barcelona y luego por la editorial de ahí se expusieron como 70 portadas mías en Praga”, dice, sin ocultar su orgullo.
Recuerda que durante dos décadas trabajó para la editorial encargada de la historieta y la cual era propiedad de la familia O’Farril, pero salió luego de tener problemas con la administración, más que con los dueños.
Cuestionado sobre si tuvo algo que ver con quienes hicieron un manual anticorrupción en una historia con una estética similar a la de la historieta, contesta que no.
“El grupo de los que hicimos famoso a El Libro Vaquero salimos hace mucho tiempo, es de la empresa con otros dibujantes, otro estilo, no llevan la misma línea”, explica.
-¿Qué aportó a la cultura El Libro Vaquero?
-Leer y llevaba un mensaje: nunca ganaba el malo, perdía el malo y ganaba el bueno, había valores para la familia, era como las películas mexicanas antiguas.
De 70 años, lleva 55 de trabajar en historietas, y aún crea con pincel y a mano, colorea los dibujos, como un cuadro y luego los digitaliza. Como prueba de su habilidad dibuja un caballo en cosa de tres minutos.
Próximamente, la editorial Colofón editará como novela gráfica La Metamorfosis, de Franz Kafka e ilustrado por Aviña Ávila, y después se publicará Frankenstein, de Mary W. Shelley.
“Se los recomiendo, con la dirección que tuve muy buena funcionó muy bien todo y empezamos a hacer algo nuevo en la historieta mexicana y me siento orgulloso de pertenecer a ese grupo de personas y estamos aportando algo nuevo para la juventud”, presume.
Antes de despedirse y atender a quienes acudieron a la inauguración de la Plaza de la Caricatura, donde se exhiben algunas de sus obras, se le pregunta cómo se inspiraba para dibujar a las mujeres de sus portadas.
“Con la imaginación”, responde, mientras esboza una sonrisa.