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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 15 de abril de 2020.- En la década de los cuarentas del siglo pasado, tras la reciente apertura de la carretera nacional México-Laredo, Ciudad Valles alcanzó un nivel de desarrollo que despertó el interés de gente que llegó a visitarla y a conocer el resto de la zona huasteca de San Luis Potosí; en esa concurrencia no podían faltar luminarias como Mario Moreno “Cantinflas”, Jorge Negrete, y por supuesto, la estrella del momento: Pedro Infante.
Por ese tiempo solamente existían en Valles dos escuelas primarias para niñas y una para niños; ésta última era la Carlos A. Carrillo, denominada así en honor de uno de los grandes educadores de México. Sin embargo, con la federalización educativa, en 1942 el plantel pasó a llamarse Miguel Sánchez Medina, para recordar a un general que murió en nuestra ciudad durante la Revolución, por el rumbo de la estación de los ferrocarriles.
La institución se ubicaba en lo que es hoy la parte trasera del mercado Constitución y enfrentaba enormes carencias, al tiempo de retar todavía, a la férrea postura de los conservadores para no admitir niñas en sus aulas. Fue hasta que la masonería con su mentalidad liberal empezó a inmiscuirse en las actividades de la educación, cuando se logró la apertura al sexo femenino; entonces los requerimientos para la escuela aumentaron.
Las instalaciones no solamente eran insuficientes, sino que además se encontraban en estado deplorable, lo que hacía necesario cambiar de lugar y refundar la institución educativa; pero hacía falta dinero. Corría el año de 1950 y era director de la Miguel Sánchez Medina, Eliseo Zamudio, un profesor oriundo de Tampico; fue desde allá donde le avisaron que estaba por presentarse en el vecino puerto el ídolo de actualidad y de siempre: el inmortal Pedro Infante.
Y FUERON POR ÉL
Organizados en un grupo, representantes de autoridades municipales y educativas, junto con padres de familia, se encaminaron para hacerle la petición al cantante a ver si conseguían una presentación de beneficio aprovechando la cercanía. El sinaloense no puso objeción cuando le comentaron el objetivo social de su actuación; vino a Valles junto con “su compadre” Antonio Badú sin cobrar un solo centavo.
Se preparó el escenario frente a lo que es hoy la calle 5 de Mayo, por el rumbo de las yerberías del mercado Constitución; el evento fue un éxito y acudió público no solo de Valles, sino de muchos municipios circundantes de la zona y del estado. En la calle Porfirio Díaz la gente colocaba mesas encima de otras para tratar de tener una mejor visión del espectáculo, que a la vez era único en la historia de nuestra ciudad.
Pedro Infante prometió entonces besar a la chica más bonita entre la enorme concurrencia; Gloria Pacheco fue la ganadora, pero junto con ella, cientos de niños también estaban de fiesta ese día: Habían juntado dinero suficiente para su escuela. Así se iniciaría la construcción de lo que hoy se conoce como la Antero G. González, en un terreno conseguido previamente en donación con don Romualdo del Campo.
La nueva institución educativa sería inaugurada el 20 de noviembre de 1953 pero puesta en funcionamiento hasta 1954, al inicio del nuevo ciclo escolar, que antes no se regía en los mismos tiempos que ahora. Empezaban a surgir primarias como la Daniel Delgadillo de la colonia Estación, y las rurales de La Unión (hoy ejido Gustavo Garmendia), La Pila, El Zocohuite, El Pujal y Tantizohuiche.
UNA MUERTE SENTIDA
Paradójicamente, así como la vida de Pedro Infante fue ligada a Ciudad Valles, lo estuvo también su muerte. Federico Reyes Márquez, locutor vallense de renombre -ahora fallecido- solía recordar ese hecho circunstancial que permitió a la difusora local para la que trabajaba (la XECV) ser una de las primeras en el país en dar a conocer la tragedia a las 8 de la mañana de aquel 15 de abril de 1957, apenas minutos después del desplome del avión donde murió.
Contaba el hombre del micrófono, que todo se debió a que en ese tiempo, cuando no existían teléfonos automáticos, la comunicación se generaba por la intermediación de operadoras, y una de ellas: Regina Álvarez Lamar, se enteró por ese medio de la noticia, compartiéndola y permitiendo la difusión oportuna de la muerte de Pedro Infante. Al paso del tiempo, la dama también formaría parte de la radio.
EL INMORTAL
Pedro Infante Cruz (Mazatlán, Sinaloa; 18 de noviembre de 1917-Mérida, Yucatán; 15 de abril de 1957) murió a los 39 años de edad, cuando el avión que piloteaba se desplomó en la ciudad de Mérida durante su despegue.
El cantante grabó más de 300 canciones y fue una de las grandes estrellas del Cine de Oro mexicano con alrededor de 60 películas, además de obtener premios internacionales como el Oso de Plata del Festival Internacional de Cine de Berlín y el Globo de Oro a la mejor película extranjera, en Hollywood.