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Morelia, Mich., 12 de diciembre, 2016.-EL día de la Virgen de Guadalupe es muy especial para la mayoría de los mexicanos. No sólo porque representa el inicio de un periodo de fiestas y pachangas que conocemos como el “puente Guadalupe-Reyes”, sino también por todo el significado social-mítico-religioso.
Ayer arribaron más de 2.5 millones de peregrinos a la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México. Por las carreteras de todo el centro del país y parte del sureste pudimos observar las peregrinaciones. Hombres, mujeres, niños de todas las edades, principalmente de comunidades indígenas, caminaron días y parte de la noche por pavimento, brechas y caminos.
Incluso para muchos creyentes se les hace una exageración que millones de personas sacrifiquen muchas comodidades, hasta su segridad por visitar a la Virgen. Decenas de peregrinos han muerto o resultado con graves lesiones al ser atropellados por vehículos. Es un fenómeno social digno de ser admirado. Pero la gente del pueblo le llama Fe.
El 12 de diciembre en ciudades como México, se acostumbra en las fábricas dar el día libre, celebrar misas y comidas. En las estaciones de taxis y microbuses también celebran actos religiosos. La sola imagen de la Virgen, impide que la gente tire basura o cause daño a las paredes. Bueno, al menos así era hasta hace unas décadas.
Es increíble pero hemos conocido delincuentes que creen en la Virgen y le piden para que sus “negocios les vaya bien”. En los barrios como Iztapalapa, Xochimilco, Tulyehualco, y otras colonias originarias de la gran Urbe, acostumbran en capillas e iglesias llevarle mañanitas a la Guadalupana.
Es la Fe, es una forma de tolerar injusticias, explotaciones, golpes y otros abusos, porque muchos creen que se trata de un castigo de Dios, y la Virgen es la madre que ayuda a los desvalidos. Tienen razón, incluso un importante escrito que no cree en Dios, admitió que Dios y la Virgen existen en aquellos hombres que tienen Fe.
Y sí.