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Morelia, Mich., 14 de abril, 2017.- El cardenal Norberto Rivera aseguró que la mayor parte de los males que se viven en el país como la violencia y la miseria, son el resultado de la corrupción, por lo que se trata de una avaricia insoportable y desmedida. Nuevamente no dijo ninguna mentira, aunque políticamente refleja una realidad que ocultó durante décadas.
Criticó a quienes viven en una insultante opulencia a costa de la miseria de millones de pobres que carecen hasta de lo más elemental; pero además resaltó el tema de la violencia, las muertes atroces, “que ya vemos como cotidianas y no nos conmueven, personas descuartizadas, fosas clandestinas, desaparecidos, secuestros, feminicidios; tantos periodistas asesinados cobardemente, crímenes arteros cometidos, incluso contra nuestros hermanos sacerdotes”.
Repitió un discurso parecido, como el de hace poco más de un año, antes de que visitara México el Papa Francisco. En realidad no dijo ninguna mentira, pero durante décadas pareció no importarle, incluso en diferentes momentos fue señalado por ser un cura cercano al poder, a la vida placentera, pero por alguna razón se volvió crítico.
Sin embargo volvió a señalar desde el púlpito su rechazo a los matrimonios gay, incluso a todo lo que tiene que ver con parejas del mismo sexo: “la sexualidad nos viene dada como un don, no es una construcción social o mental por la que podamos hacer una elección caprichosa o patológica”.
No cabe duda que vivimos tiempos extraños, donde la maldad, por así llamarla, se esconde desde el poder, la delincuencia, la avaricia e incluso detrás del púlpito.