Revela ONU exclusión, capacitismo y estigmas a jóvenes con discapacidad
Morelia, Mich., 14 de junio, 2017.- Han sido muy desafortunados los días recientes para los cuerpos policíacos en Michoacán, y no me refiero en este caso a los resultados que la sociedad espera en el combate a la delincuencia, sino en cuanto a las personas, seres humanos que han perdido la vida dentro de su labor.
El pasado 12 de junio, se registró un accidente en la autopista de Occidente, que dejó como saldo ocho policías muertos; sin duda una tragedia que enlutó hogares de quienes simplemente realizaban su trabajo.
Por otra parte, este martes fue asesinado el comandante de la Policía Federal Ministerial (PFM) en Michoacán, Enrique Rodríguez, tras ser atacado por dos sujetos a bordo de una motocicleta.
Ese mismo día se registró otro hecho delictivo que involucra a un elemento policíaco que fue, paradójicamente, víctima de la delincuencia: un grupo de sujetos armados y encapuchados asaltaron a un policía de Morelia, que portaba 590 mil pesos de apoyos federales que entregaría a la tenencia de Teremendo; afortunadamente, este suceso no cobró ninguna vida.
De acuerdo con la nota publicada por la agencia Quadratin, en los últimos 18 meses han muerto 44 agentes del orden federal, estatal y municipal, entre accidentes de tránsito y atentados.
Si bien es cierto que los cuerpos policíacos son continuamente cuestionados por la percepción que en ocasiones tiene la sociedad de que no dan los resultados que se esperan, también lo es que a veces se deja de lado el aspecto humano. Mal y de malas nuestros policías.