Mascotas comieron restos de su dueño muerto en Edomex
Morelia, Mich., 3 de septiembre, 2017.-En lo que va de este sexenio, en promedio más de 100 mujeres son asesinadas al año en Michoacán. Representan aproximadamente el 10 por ciento de lo que le ocurre al sexo masculino. Parte de los homicidios tienen que ver con la delincuencia, tanto organizada como del fuero común, pero también muchos son crímenes de odio, conocidos como feminicidios.
Apenas este viernes una joven fue localizada sin vida a unos kilómetros de la cabecera municipal de Zacapu. Presentaba varios impactos de bala. Este tipo de violencia se ha repetido decenas de veces en lo que va de este año.
Hay sitios donde la justicia no se conoce y más cuando se trata de una mujer, porque lo cierto es que hay colonias, rancherías y comunidades que permanecen con la misma cultura machista de hace un siglo o quizá más.
El 23 de septiembre de 2015, Reyna M presentó denuncia en contra de su pareja sentimental por amenazas de muerte, ante la agencia primera del Ministerio Público de Jiquilpan. Las autoridades pensaron que se trataba de una broma, pero el 2 de octubre, el esposo mató a su mujer.
Según la Comisión Estatal de Derechos Humanos se trató de una actitud discriminatoria por parte de las autoridades, porque es común que a las personas pobres, sencillas y humildes, se les trata como delincuente desde el momento en que pisa una oficina. Tampoco hay credibilidad en quienes denuncian porque es común que el marido le meta una paliza a la mujer a sabiendas que las denunciantes se retractan o nunca recurren a la ley.
El caso de la omisión de las autoridades es que aún falta mucha concientización para entender con claridad el mundo que les rodea y sobre todo el respeto que debe haber hacia todo denunciante. Desgraciadamente las historias se repiten.
Las estadísticas lo demuestran. La violencia contra la mujer, y así lo demuestran los números, es que como sociedad vamos en retroceso; nos muestra el tipo de país en el que vivimos; los gobiernos que hemos padecido; los valores perdidos y la descomposición social que hemos alimentado.