“Juez votado, corrupto asegurado”, gritan afuera de la Corte
La derrota de Calderón
La noche del viernes la televisión proyectó con inusual énfasis la idea de que la renuncia de Margarita Zavala al PAN significaba todo un sacudimiento para el país, y el sábado algunos medios impresos en Ciudad de México dieron la noticia con el mismo mensaje. Se resquebraja y se hunde el PAN. Es la misma lectura que el presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, ha dado al hecho con la afirmación de que el PAN se desmorona en las manos de Ricardo Anaya.
Pero ni las exageraciones ni las interpretaciones interesadas hacen honor a la verdad. Lo único que en realidad se desmorona con la renuncia de Margarita Zavala es el proyecto del ex presidente Felipe Calderón de hacer presidenta a su esposa, proyecto en el que ostensiblemente el PRI y el presidente Enrique Peña Nieto habían depositado su esperanza de derrotar a Andrés Manuel López Obrador el próximo año ante la ausencia de un priísta con la fuerza del dirigente de Morena.
El senador panista Ernesto Ruffo había denunciado con anterioridad la existencia de ese plan –el plan de Calderón, de Peña Nieto y del PRI–, y en la coyuntura del viernes pasado lo ratificó con toda claridad. De acuerdo con Ruffo y con los rastros que Calderón y su esposa fueron dejando, el lanzamiento de Margarita Zavala como precandidata a la Presidencia partió de un acuerdo, situado en el año 2015, entre el ex presidente y el presidente Peña Nieto. Ese pacto secreto explicaría el repentino posicionamiento alcanzado por Margarita Zavala como una precandidata competitiva, pese a su carencia de una auténtica carrera política y de llevar encima el estigma del violento sexenio de Calderón. Convertirla en la candidata presidencial del PAN era no sólo una obsesión y necedad de Felipe Calderón, sino una necesidad para el PRI y para Peña Nieto de heredarle el poder a un grupo amigo. Calderón requería para ello de anular al dirigente del PAN, Ricardo Anaya, y tomar el control del partido, lo que no pudo hacer. Eso es lo que se cayó el viernes y, al contrario de lo que propagan los calderonistas, dentro del PAN la reacción mayoritaria no es de velorio sino de festejo.
La opción tomada por la señora Zavala y por Calderón producirá un realineamiento dentro del PAN y seguramente modificará las perspectivas electorales del frente integrado por este partido, el PRD y Movimiento Ciudadano, pero su principal consecuencia es que dispersará todavía más el voto de la oposición. Es improbable que le reste votos al PAN en cuantía considerable, pero los que le quite serán suficientes para que el PRI celebre el debilitamiento de su adversario. En ese aspecto tiene razón el dirigente del PAN: el más beneficiado con esa renuncia es el PRI.
Lo que no se puede anticipar es en qué medida el hecho de que Margarita Zavala sea candidata independiente pueda afectar la ventaja que conserva López Obrador. La creación del Frente PAN-PRD-MC generó una alteración en el esquema en el que el presidente de Morena se había establecido como puntero, pero incluso con ese nuevo factor, hasta agosto seguía apareciendo en primer lugar en las encuestas. En septiembre, con la irrupción del frente, algunas encuestas le adjudicaron la ventaja a esta alianza. Cuánto de ello cambiará en el nuevo escenario no se sabrá sino con los sondeos que se publiquen en los días próximos. En cierta medida eso dependerá de la seriedad que el electorado vea o crea ver en Margarita Zavala como candidata independiente, categoría en la que la ex primera dama encontrará que hay demasiados contendientes.
Por encima de cualquier otra consideración, el punto central en los movimientos de Margarita Zavala y Felipe Calderón es que obedecen a ese pacto con Peña Nieto y el PRI con el propósito de desarticular cualquier otra opción, se trate de López Obrador o el Frente. De prosperar esta jugada, que desde la óptica priista ahora tendría el objetivo de llevar al extremo la división del voto, la elección presidencial de 2018 se encaminaría a ser de cuartos en lugar de tercios, un escenario inédito en el país. Veinticinco por ciento para cada uno de los cuatro bloques de jugadores, y todavía habría que esperar el desempeño del gobernador de Nuevo León como aspirante independiente. Si eso es lo que sucede, podría resultar la elección más democrática, por la simple razón de que no se sabría verdaderamente quién podría ganar. Exactamente el río revuelto que mejor le acomoda al PRI y a Peña Nieto. De lo que no hay duda es de que, por lo pronto, Felipe Calderón fue contundentemente derrotado.
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