CDMX, 11 de noviembre, 2017.- El prestigio de la política exterior de México logrado entre1934 y 1994 ya no existe. En ese periodo de tiempo resaltaron varias acciones: El asilo a León Trotski; a los niños de Morelia; a los intelectuales guatemaltecos que respaldaron al presidente Jacobo Arbenz; a los perseguidos de las dictaduras de Chile, Argentina, Haití.
Así como el reconocimiento a los gobiernos revolucionarios de Cuba y Nicaragua. Una activa participación en el proceso de paz en la guerra civil del Salvador, los grupos guerrilleros contaron siempre con el respeto de las autoridades mexicanas quienes encontraron a través de estas distintas posturas una forma de defenderse del vecino del norte.
Sin embargo, todo cambió bajo la administración del Presidente de la República, Vicente Fox Quezada que fijó como una de sus prioridades destruir los vínculos con Cuba al grado que su homólogo Fidel Castro lo ridiculizó. Al guanajuatense no le importó, tensó las relaciones con Venezuela y los medios de comunicación repitieron el mensaje logrando envenenar el ambiente.
Felipe Calderón retomó este legado y México percibió como enemigos a los gobiernos de Ecuador, Argentina, Bolivia y Nicaragua. Lo único que le importaba al panismo era complacer a los Estados Unidos. A la llegada del PRI se pensó que está situación se revertiría, pero no, al contrario empeoró. Para el ex embajador mexicano en Italia, Agusto Gómez Villanueva, la presión que ha estado ejerciendo la cancillería mexicana junto con la OEA en los asuntos internos de Venezuela es errónea, considera que nuestro país debería recuperar su protagonismo de antaño, “como cuando propusimos el Grupo Contadora en 1983, con el objetivo de pacificar Centroamérica.
A esto debemos apostar”. En contraste a este posicionamiento, funcionarios de la embajada cubana en México calificaron al Grupo Contadora como un intento fallido de los estadounidenses por sofocar los movimientos guerrilleros de la zona. No obstante, reconocieron que la postura del priista es un avance. Claro, si lo comparamos con la actitud intervencionista del secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso que se ha sumergido en una confrontación visceral contra el presidente venezolano Nicolás Maduro.
El ministro ha creído ingenuamente que con estos desplantes complacerá al mandatario estadounidense Donald Trump que insiste en construir un muro fronterizo y en acabar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCN). Incluso la presidenta de la 11 Conferencia ministerial de la Organización del Comercio (OMC) recomendó que la revisión de este tratado comercial debiera llevar a México a diversificar sus mercados en Latinoamérica.
En este contexto, la izquierda mexicana no ha sabido contrarrestar las mentiras diseñadas desde el 2006 por los panistas quienes hicieron creer a la población que en caso de ganar Andrés Manuel López Obrador sería igual que Hugo Chávez. Ahora en 2017 el PRI quiere revivir este miedo y comparan al tabasqueño con Nicolás Maduro, obligando al ex candidato presidencial a desmarcarse del mandatario sudamericano, algo vergonzoso.
Ahora bien, en caso de que López Obrador llegara al poder ¿cómo lograría que nuestro país volviera a gozar del prestigio internacional por su política exterior? Nadie lo sabe con exactitud, aunque a AMLO se le ha visto con el ex gobernador Lázaro Cárdenas Batel y todo parece apuntar a que este último podría convertirse en el próximo secretario de Relaciones Exteriores. El michoacano tiene un bagaje internacional que abarca desde Washington hasta La Habana y esto resulta ser muy útil actualmente.