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Nezahualcóyotl, 14 de diciembre, 2016.- Muy de mañana, en los pueblos tlaxcaltecas cercanos al volcán de la Malintzi, la vida cotidiana inicia. La montaña proporciona, además de madera, agua, fauna silvestre y forrajes, espacio para la recreación. Quienes en el bosque -durante la temporada de hongos- se dedican a la recolección de diversas especies de hongos comestibles, se preparan para llegar a las faldas de la montaña. Mujeres en su mayoría, se expresan en lengua náhuatl. Además de preparar los alimentos, desde temprana hora adelantan quehaceres en el hogar y dejan listos a los niños para que asistan a la escuela del pueblo.
Para las seis de la mañana podemos ver a las recolectoras de hongos a la orilla de la carretera, aguardando en paso del transporte público, al que llaman vitrina. Lo abordan y se dirigen a las faldas de la Malintzi, rumbo a los bosques más altos, donde se dan las condiciones climáticas suficientes para que los hongos proliferen.
Los bosques proporcionan hongos silvestres comestibles que representan una riqueza no explotada en toda su capacidad, pues estudios realizados demuestran que por cada hectárea en temporada de lluvias, se puede obtener una producción que va de los 670 a los mil 800 kilogramos.
La actividad humana en la Tierra ha ocasionado serios cambios en el clima del planeta. A dichos cambios no es ajena Tlaxcala y los bosques con que cuenta: los cambios en su estructura no sólo disminuyen la producción de hongos, sino que ponen en riesgo la existencia misma del ecosistema al que llamamos bosque.
La estrecha relación que existe entre el bosque y los hongos, se debe a que el ecosistema es el habitat natural de diversas especies que representan un importante eslabón en la cadena alimenticia.
Los hongos se encargan de los restos vegetales y animales existentes en el suelo, degradando la materia orgánica e incorporando al medio los elementos que luego serán la base para la nutrición de las plantas.
Muchos de los hongos comestibles que en el bosque brotan en la temporada de lluvias, se encuentran asociados con diversas especies de árboles, en colaboración recíproca que redunda en el buen funcionamiento del bosque y en la obtención de buenas cosechas de las especies que las hongueras de pueblos como San Isidro Buensuceso, saben reconocer.