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CIUDAD DE MÉXICO, 8 de marzo de 2018.- México ha tenido muchos avances en el plano normativo y de instituciones en cuanto a derechos de las mujeres se refiere, pero aún hay muchos desafíos. La igualdad sigue siendo una aspiración pendiente y existen grandes obstáculos, entre ellos, la violencia en sus múltiples formas.
“Hemos avanzado, pero no lo suficiente, ni siquiera para pretender que las mujeres tengan el acceso a una vida libre de violencia. Ser mujer es una cuestión de riesgo, la violencia ha permeado todos los espacios”, afirmó Gloria Ramírez Hernández, coordinadora de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos de la UNAM, según explica un comunicado.
Para la especialista en derechos humanos, la violencia está presente en todos los ámbitos de la vida de las mujeres y las alarmantes cifras lo afirman: “siete mujeres son asesinadas diariamente, son números muy graves”
En ese contexto, tres millones viven la violencia de manera invisible. Se trata de las trabajadoras del hogar, mujeres que “parece que pertenecen al siglo pasado, a la época colonial. No tienen prestaciones, ni ningún derecho, son invisibles y están expuestas a múltiples violencias: verbales, jornadas de trabajo amplias y precarias”, señaló Ramírez Hernández.
Según cifras del Inegi, tres millones de personas se dedican al trabajo del hogar, 90 por ciento son mujeres, quienes históricamente han sido objeto de una discriminación estructural, debido a que enfrentan obstáculos para ejercer sus derechos, a raíz sobre todo, de la naturaleza misma de su empleo.
Para la representante ante la ONU de la Federación Mexicana de Mujeres Universitarias (FEMU) y la Federación Internacional de Mujeres diplomadas(IFUW) es lamentable que el gobierno mexicano haya evitado durante seis años ratificar el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que reconoce al trabajo del hogar con los mismos derechos que el resto de los empleos.
Asevera que el Estado tiene la responsabilidad de reconocer a estas mujeres como trabajadoras, darles protección y una reglamentación que les permita tener un lugar en el ámbito normativo para tener prestaciones sociales y salir de la informalidad.
Y aunque las trabajadoras han logrado organizarse en la asociación civil Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar A.C. (CASEH) y constituyeron un sindicato presidido por Marcelina Bautista, que está registrada en la Secretaría del Trabajo, aún hay mucho trabajo por hacer para dar certidumbre a esta forma de vida de un sector importante de mujeres en el país.