Periodista José Rubén Zamora recibe Premio Gabo a la Excelencia
Morelia, Mich., 25 de enero.-Definitivamente Donal Trump llegó con espada desenvainada. De inmediato ordenó “revisar” el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y poner en marcha el muro fronterizo que deberá de pagar de alguna forma México. El próximo 31 de enero está prevista la reunión con el presidente Enrique Peña Nieto.
Cuauhtémoc Cárdenas llamó al presidente Enrique Peña Nieto a cancelar su reunión porque “se le estará recibiendo con un portazo en la nariz”. (La Jornada). El líder de izquierda, señaló que el anuncio de la construcción del muro de 16 metros de altura, en más de tres mil kilómetros de frontera, es una agresión abierta a México, a su soberanía y desarrollo.
Nunca antes que se recuerde, México había vivido una situación tan adversa (provocada por los propios gobiernos entreguistas y saqueadores del país). Hay una deuda de nueve billones de pesos; se redujo la producción de petróleo y está disponible al mejor postor; el dólar ronda los 22 pesos; un presidente de la República totalmente criticado; el inicio de una crisis financiera, y todavía no comienza lo peor.
No creo que sea conveniente cancelar la visita presidencial, pero es necesario que el presidente Peña Nieto respalde con hechos lo que dice con palabras. Estamos ante la potencia más poderosa del mundo, pero sobre todo ante un presidente estadunidense que manifiesta en todo momento un instinto destructivo hacia México.
No tenemos mucho con qué negociar. Los gobiernos de las últimas cinco décadas fueron incapaces de generar condiciones para el desarrollo colectivo, el fortalecimiento del mercado interno, y la construcción de una sociedad más equitativa. Por el contrario, malbarataron los recursos petroleros, institucionalizaron la corrupción, negociaron con las propiedades de los mexicanos y saquearon las arcas.
Sólo trabajaron para el sector empresarial, nacional y extranjero, construyendo en apariencia un país desarrollado, pero en esencia una nación endeble que en cualquier momento puede quebrar, porque no hay de dónde agarrarse. Para nuestra desgracia el presidente Peña Nieto no ha dado muestras ni de estadista ni de nacionalista, además está acompañado de un canciller principiante que es amigo de la familia de quien nos pretende pisotear. Peor no podían estar las cosas.