Ráfaga
Aún hoy, pienso que somos más los buenos, muchísimos más. Aunque en este ejército de bienaventurados, nos hayan arrebatado en la escena más cruel que podamos imaginar, a 9 almas nobles, el 4 de noviembre de hace un año.
Hoy más que nunca, estoy convencido que la medida del éxito en la vida, es dejar una huella tan profunda, que haya provocado en algunas personas, amor y esperanza, y con esta fuerza, dejar el mundo siendo un mejor lugar para vivir.
El pasado 4 de noviembre, nos reunimos en la colonia LeBarón para conmemorar a seres humanos extraordinarios, a los cuales les arrebataron la vida de forma temprana, pero que lograron unir a todo un país que se dio cuenta que algo anda mal, que algo estaba tan roto que formaba a hombres sin corazón, ni alma.
Los bebés Rogan, Titus y Tiana vivieron poco tiempo sobre esta tierra, pero la alegría que trajeron a sus familias no tiene precio.
U esas sonrisitas iluminan la esperanza de reunirnos nuevamente con ellos en el cielo.
Los felices recuerdos compartidos por los hermanos pequeños y los primos de los preadolescentes Trevor, Krystal y Howie Jr todavía tiran de nuestro corazón y nos recuerdan lo preciosa que es la vida en ciernes.
Dawna, Nita y Christina fueron madres maravillosas y las tres fueron mujeres fuertes, revestidas de mucha fe, de la bonita, que cuida y mantiene unidas a las familias.
No hay palabras para expresar el dolor y la pérdida que sienten las personas más cercanas a ellos, pero existe una promesa que flota en el aire y que perseguimos para que su legado perdure durante muchas generaciones.
Debido a la terrible naturaleza de la tragedia, los nombres de nuestras comunidades se conocen en todo el país y más allá.
Decenas de miles de víctimas han escuchado la voz de Kenny Miller y mi tío Adrián pidiendo justicia para sus seres queridos y para todas las víctimas de nuestro país que están sufriendo el mismo dolor abrumador, muchas de las cuales se han quedado sin voz en sus súplicas para justicia.
Hoy nos miran en busca de esperanza, ya que el sistema actual del país, los deja sin ella. ¿Cómo responderemos al llamado? Sinceramente creo que la forma en que respondamos al caso de los “Nueve de La Mora” definirá en gran medida nuestro legado para las generaciones venideras.
Venimos de un pueblo que sufrió una extrema discriminación y persecución por sus creencias, pero que valientemente lo sacrificó todo para establecer una comunidad donde se podía vivir libremente según los dictados de sus propias conciencias.
Hoy somos los beneficiarios de sus esfuerzos y sus labores, pero nuestros valores vuelven a ser atacados. Los gobiernos del mundo nunca han sido los catalizadores para defender la justicia y la libertad.
Luego de un año de esperar justicia en el caso de nuestros seres queridos, queda claro que este gobierno, como fue el caso de los que lo precedieron, es incapaz de cumplir su promesa de brindar paz y seguridad a nuestras comunidades ni a nuestra nación.
Como ha sido el caso a lo largo de la historia de la humanidad, la única forma de lograr tal cambio es a través del poder de un pueblo unido y decidido a crear un futuro mejor por si mismo y por su posteridad.
Si no nos unimos en esta lucha, estaremos condenados a sufrir las consecuencias, y habrá más sangre en nuestras manos.
Nuestra fe nos enseña que cada individuo tiene el poder dado por Dios para elegir actuar o simplemente que se actúe sobre él, para elegir activamente nuestro destino o dejar que otros lo elijan por nosotros.
Hoy les hago la pregunta a todos mis conciudadanos de esta hermosa república, ¿Qué les contaras a sus hijos y nieto? ¿Qué huella dejarás en tu nación? ¿Estará conforme con escuchar cada mañana las promesas vacías de que algún día el gobierno le rescatará?
¿Observará la inmensidad del problema y caerá en la trampa de la mediocracia al decidir que el desafío es demasiado grande para que una sola persona haga una diferencia?
Esa es la mentira que los terroristas y los asesinatos quieren que creamos. Esa es la mentira que el mismo diablo le ha estado vendiendo a la humanidad desde la creación.
No debemos caer en su trampa.
Millones de nosotros hemos perdido a seres queridos por la violencia que azota a nuestra nación y, como muchos de nosotros, estoy seguro de que prometiste no olvidarlos nunca.
Estoy seguro de que llevas una parte de ellos en su corazón todos los días, pero ¿cómo honramos realmente su memoria? No espere a que se lleven a uno de los suyos.
El momento de actuar es ahora. Sé que la tarea parece abrumadora, pero si nos unimos, nada es imposible.
Los buenos ciudadanos de nuestra nación superan ampliamente en número a los malvados, por eso sé que el poder está en nuestras manos.
Nuestra familia ha estado de luto durante un año completo hoy, y aunque el dolor nunca desaparecerá, el tiempo del duelo ha terminado.
¡Es hora de arremangarnos y ponernos manos a la obra! Ya no podemos seguir viviendo como víctimas, pero debemos honrar a nuestros seres queridos asegurándonos de que no murieron en vano.
Los invitamos a cada uno de ustedes a dejar de lado las diferencias para que todos podamos unirnos y defender el derecho más importante que Dios nos ha dado, ¡el derecho a vivir!
Que Dios bendiga y proteja a los hijos e hijas de esta gran nación, especialmente a los verdaderos soldados a los que se hace referencia en nuestro himno nacional todos los días.
Nunca olviden que somos más los buenos, y unidos, somos invencibles.