Frente a la guerra
Aquí lo dije y lo probé desde 2017.
Dije y probé que el Partido Morena era un “narco-partido”.
Por eso, también advertí que, de llegar al poder presidencial, López Obrador impondría en México un “narco-gobierno”.
Pocos lo creyeron y muchos me insultaron.
Incluso, en mayo de 2018, esa fue la razón por la que fui perseguido, difamado y calumniado por los sicarios de AMLO y de Morena; porque volví a documentar que la campaña presidencial de López Obrador era financiada por el “narco”.
Hoy está a los ojos de todos –de México y del mundo–, que Obrador encabeza no sólo un “narco-gobierno” sino que él es un “narco-presidente” que apoya, estimula y solapa los “narco-gobiernos” estatales en todo el territorio mexicano.
Y los ejemplos más recientes del aval a las “narco-entidades federativas” lo vimos en Morelos y Guerrero, en donde los gobiernos estatales y municipales están en manos de “narco-gobernadores” y “narco-alcaldes” que no solo son aplaudidos, sino solapados y protegidos desde Palacio.
Peor aún, en los hechos, la casa presidencial se ha convertido en un verdadero “narco-Palacio”, de donde salen las instrucciones para defender y solapar a los “narco-gobernadores” y “narco-alcaldes”, sean de entidades como Morelos, Guerrero, Michoacán, Zacatecas, Sinaloa, Veracruz y otros.
Pero vamos a las preguntas.
¿Cuáles son las evidencias de que el presidente mexicano avala y solapa a los “narco-gobernadores”, “narco-alcaldes” y a los “narco-gobiernos”, tanto estatales como municipales?
Una evidencia contundente la vimos apenas al arranque del pasado fin de semana, cuando en una flagrante violación constitucional, la Marina y la Fiscalía de CDMX hicieron preso al Fiscal de Morelos, Uriel Carmona, quien repetidamente había sido difamado y calumniado desde Palacio.
¿Y cual fue el “pecado” del hoy ex fiscal de Morelos?
Poca cosa; que durante los últimos años, Uriel Carmona desempeñó su trabajo de Fiscal de manera puntual y eficiente y, por tanto, inició carpetas de investigación contra uno de los más peligrosos criminales de Morelos y quien está identificado como jefe de las bandas mafiosas de la entidad.
¿Y quien es ese peligroso criminal?
Todos lo conocen; se llama Cuauhtémoc Blanco, quien alcanzó fama como futbolista pero una vez metido a la política se convirtió en el verdadero jefe del crimen organizado de la entidad que mal gobierna.
Y es que además de convertir a Morelos en un “narco-estado” y de ser el capo mayor de esa entidad –un probado “narco-gobernador”–, el señor Blanco es el mandatario estatal peor evaluado de todo el país, ya que se trata de un verdadero analfabeto al frente de una entidad en quiebra.
En efecto, con la llegada del ex futbolista al gobierno de Morelos, las bandas criminales se apoderaron del otrora centro vacacional de los capitalinos y se derrumbaron no solo las industrias inmobiliaria y hotelera, sino que hoy vivir en Morelos es habitar una sucursal del infierno.
Y precisamente el fiscal Uriel Carmona se encargó de recabar toda la información sobre los vínculos del ex futbolista con el crimen organizado, las denuncias de enriquecimiento ilícito, contra Blanco y su parentela, además de casos de extorsión y amenazas de muerte.
¿Y por qué no había actuado el fiscal de Morelos contra el gobernador y ex futbolista?
Porque los gobernadores, igual que el presidente de la república, que diputados y senadores y que los propios fiscales estatales, cuentan con la protección constitucional del fuero.
Es decir, que Uriel Carmona sólo esperaba al minuto siguiente de que Cuauhtémoc Blanco dejara el cargo, para llevarlo preso y para procesarlo por más de una decena de presuntos delitos.
Pero hete aquí que el señor Blanco tiene un poderoso amigo en Palacio, de nombre López Obrador, quien ordenó violentar la constitución y, en lugar de detener al criminal que mal gobierna Morelos, ordenó la detención del Fiscal que tenía todo para llevar preso al criminal motejado como “Cuau”.
Pero el escándalo niveles mayores cuando nos enteramos de que la fiscalía de CDMX no cuenta con las facultades para iniciar proceso penal alguno en otra entidad federativas.
Es decir, López Obrador utiliza a la fiscalía capitalina como instrumento para llevar adelante sus venganzas políticas y para llevar a prisión –casi siempre de manera ilegal–, a los adversarios de esa mafia en que se han convertido el partido Morena y todos sus gobiernos, empezando por el Ejecutivo federal y por el presidente mismo, quien es el verdadero jefe de la mafia en el poder.
¿Y quién será capaz de detener a esa mafia en el poder?
Parece que nadie. Y es que los ciudadanos estamos solos.
Al tiempo.