Hablando en serio
Primero un clásico de Nicolás Maquiavelo: “En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.
Viene a cuento la cita porque son muchos los ciudadanos que a diario escuchan y ven en cadena nacional al presidente más mentiroso de la historia mexicana, pero son muy pocos los que comprenden o quieren entender que aquello que ven y escuchan cada 24 horas desde Palacio no es más que una farsa; un engaño colectivo.
Peor aún, a sabiendas de que el mandatario mexicano es un mentiroso contumaz, muy pocos medios dedican un especio exclusivo para señalar y desmentir las falacias oficiales, al tiempo que la mayoría de la prensa, la radio y la televisión reproducen las mentirosas “mañaneras” como si se tratara de información, cuando todos saben que no es más que grosera propaganda “engañabobos”.
En efecto, son millones los ciudadanos mexicanos que a diario escuchan y ven las mentiras cotidianas de López Obrador, pero son muy pocos aquellos que se atreven a reconocer que, de manera deliberada, son engañados por el presidente mismo, desde Palacio, en esa práctica que el mundo ya bautizó como “el engaño del estado mexicano”.
Sí, millones de personas que a diario prefieren cerrar los ojos y los oídos frente a una realidad lacerante para aquellos ciudadanos que menos tienen; los desposeídos a quienes por años López Obrador les prometió que serían la máxima prioridad, con el no menos mentiroso eslogan de “primero los pobres”.
Y es que hoy, a casi cinco años de la victoria de AMLO, muchos de los pobres de nuestro país prefieren la dádiva cotidiana –la compra de conciencias–, a cambio de un fanatismo decimonónico que bloquean las capacidades elementales de racionalidad, para no aceptar que son usados como carne de mitin; carne de encuesta o carne de votos.
Y es que esos cientos de miles de ciudadanos prefieren ocultar la realidad, antes que aceptar que son engañados y que al votar por AMLO cometieron uno de los mayores errores en democracia; juzgar por los ojos y los oídos, antes que decidir por la razón y la inteligencia.
Dicho de otro modo, resulta que una extensa porción de la sociedad mexicana vive atrapada por la máxima de Maquiavelo: juzga al gobierno de López, más por lo que ven y escuchan, que por la capacidad racional de todos esos ciudadanos.
Y ese es precisamente el secreto de las mañaneras de López Obrador.
Sí, todos los días el presidente mexicano le ofrece a sus gobernados un “manjar” de propaganda oficial convertida en la verdad oficial, a pesar de que se trata del mayor foro nacional de la mentira.
Por eso las preguntas.
¿Hasta cuando, una sociedad ciega, sorda y con flaqueza para usar sus capacidades racionales, soportará a un mentiroso como López Obrador?
¿Hasta cuando la sociedad toda entenderá que es victima del mayor mentiroso y el mayor defraudador?
¿Cuándo veremos a los ciudadanos realmente dispuestos a cambiar la propaganda oficial por el castigo a los propagandistas oficiales que mienten y engañan a todos?
Lo cierto, sin embargo, es que más allá de las mentiras y los engaños “mañaneros”, los datos duros del fracaso oficial están a los ojos de todos.
Claro, a la vista de todos quienes se atreven a ver y a escuchar la realidad; un fracaso que no ven sólo quienes cierra los ojos o aquellos que gusta de vivir en la fantasía llamada Cuarta Transformación; verdadero sueño de la farsa, la mentira y el engaño oficiales.
Lo peor del caso es que a medida que avanza el gobierno de Obrador y que el mundo entero descubre el tamaño de la farsa del mexicano, en Palacio se ven en la necesidad de escalar la complejidad y el tamaño de las mentiras, a fin de mantener vivo el engaño colectivo.
Hoy, por ejemplo, México es el país con el mayor número de muertes violentas; el país con más desaparecidos; el país con más periodistas asesinados; uno de los países con más pobres, el país con menos certeza jurídica para invertir, el país que más defraudó a sus ciudadanos en los tiempos de pandemia; el país donde ser periodista es más peligroso…
Sí, el de López Obrador es un gobierno llamado “fracaso”.
Y aquellos que no lo quieran ver, es porque cierran los ojos o se niegan a usar la razón para entender lo que ven.
Al tiempo.