Libros de ayer y hoy
MORELIA, Mich., 03 de septiembre.-Faltan tres semanas para que se cumplan tres años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Sobra decir que este asunto indigna a toda persona que al menos tenga un poco de conciencia y sentido común.
El secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional y ex titular de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón, declaró que no hay indicios que modifiquen la versión de que los estudiantes fueron incinerados en el basurero de Capula.
Avaló el trabajo realizado por las autoridades federales en torno a este caso. Tras los hechos ocurridos en 1968 en Tlatelolco, y en San Cosme con los halcones en 1971, muchos mexicanos no habían sentido tanta indignación como con la desaparición de los 43 normalistas.
Fue un hecho de gran magnitud en cuanto a violación a los derechos fundamentales al que, tal arece, se le está apostado al olvido.
“La noche del 26 de septiembre policías de Iguala y Cocula, obedeciendo órdenes del alcalde igualteco, atacaron a los normalistas de Ayotzinapa, mataron a tres y a otros 43 se los entregaron a Guerreros Unidos, grupo que presuntamente los asesinó e incineró.
Esa es la versión oficial. Pero una investigación periodística, basada en documentos oficiales, videos y testimonios, cuenta otra historia: El ataque fue orquestado y ejecutado por la Policía Federal… (Revista Proceso).
En síntesis, son las dos versiones de lo ocurrido en Ayotzinapa. La Procuraduría General de la República (PGR) no pudo sostener por mucho tiempo la hipótesis de que los cuerpos de los jóvenes habían sido incinerados. La presión social y política, incluyendo organismos internacionales acabaron por desmantelar la versión oficial. Si se trató de un crimen de Estado eso significaría un grave retroceso.
Sabemos que se trata de un hecho inaceptable porque eso significaría que somos parte de una sociedad que vive en la barbarie, sin valores, con una delincuencia creciente y un gobierno que no responde a los derechos de una mayoría empobrecida y víctima de la injusticia. Pero quién sabe.