Sin Xóchitl, marea rosa sólo apuntalará al PRIANREDE
Morelia, Mich., 24 de diciembre, 2017.- Hace unos días, integrantes de la Asociación Civil “El poder del Consumidor” se manifestaron en contra de la publicidad del Árbol Navideño del Zócalo de la Ciudad de México, patrocinado por la empresa Coca Cola, ya que supuestamente esta bebida pone en alto riesgo a los niños y personas en general de desarrollar la enfermedad de la diabetes por su alto contenido en azúcar.
Si tomamos en cuenta que la diabetes es la primera causa de muerte entre los mexicanos, es de considerarse el aspecto loable de esta manifestación pacífica, aunque dura en sus métodos, pues se presentaron personas que han perdido la vista o alguna extremidad debido a la enfermedad.
Sin embargo, no puede culparse únicamente a la publicidad por los malos hábitos alimenticios que padecemos la mayoría de los habitantes de este país.
De acuerdo con los estudios de marketing, la publicidad en efecto ejerce una influencia muy poderosa entre quienes terminan siendo consumidores de algún producto, pero no es la única responsable.
Los hábitos empiezan desde casa. Ni modo que una familia que tiene una alimentación saludable y practica ejercicio, de pronto vea un comercial o un árbol de Navidad patrocinado por un refresco y diga “chin, ya me lo tomé”.
No defiendo de ningún modo a la empresa refresquera; el asunto es que no se puede culpar de todo a la publicidad, aun cuando sus estrategias de mercadotecnia son tan efectivas que muchos niños aprenden a decir “coca” antes de decir “mamá”.
Pero tratándose de niños tan pequeños, no puede atribuirse la influencia publicitaria a los menores, sino a los padres o tutores. Con la pena.