Frente a la guerra
Violencia en carreteras
De qué sirve que los gobiernos federales y de los estados anuncian
operativos de seguridad a cargo del ejército, la marina, la guardia
nacional y quien sabe cuántos uniformados locales si a la hora de la
verdad la inseguridad que vive el turismo nacional y extranjero en
este periodo vacacional de semana santa es una constante.
Medios de prensa informaron hace unas horas, la localización, CON VIDA
de 23 turistas guanajuatenses secuestrados sobre la carretera
Matehuala – San Luis Potosí cuando se trasladaban a Saltillo, Coahuila
en busca de trabajo. Nada se sabe del estado de salud de los
asaltados, por quienes se pedía millonaria recompensa.
En Jalisco fue baleado un autobús de turismo con peregrinos devotos de
la Virgen de San Juan de Los Lagos cuando circulaban por la carretera
Encarnación de Díaz – San Juan de los Lagos. Al parecer, se trató de
un fallido intento de asalto. Al menos tres feligreses están
lesionados.
En el Estado de México, transportistas son atacados constantemente por
grupos armados no identificados aún. El caso más reciente sucedió en
el municipio de Jilotepec.
Según el reporte, transgresores de la ley arrojan bombas molotov al
transporte de pasajeros para que paren y puedan asaltar a usuarios en
despoblado o en lugares poco iluminados.
El recuento de la violencia a nivel nacional se vuelve interminable a
medida que pasan las horas.
Los violentos toman carreteras e incendian vehículos sin ton ni son.
Quién no ha visto camiones de carga o de pasaje envueltos en llamas.
La violencia e inseguridad significa que los grupos criminales,
cualesquiera que estos sean, ya tomaron la medida a las fuerzas
armadas encargadas de resguardar la paz pública.
Transportistas asociados podrían contratar seguridad privada para el
resguardo de mercancías, pero los automovilistas particulares o los
transportes de turismo y de pasaje difícilmente llevarán una patrulla
a su lado.
La México-Querétaro-Salamanca-Irapuato (especialmente el tramo Celaya-
Juventino Rosas- Comonfort); la costera Sinaloa- Nayarit-Jalisco; la
norteña ruta Nuevo León-Tamaulipas y sin duda la autopista
México-Cuernavaca-Acapulco son los caminos más inseguros en nuestro
país.
De la autopista Siglo XXI que va de Morelia al puerto Industrial
Lázaro Cárdenas, pasando por Pátzcuaro y Uruapan mejor ni hablamos.
Tampoco nos referiremos a lo que sucede en la vía Puebla a Veracruz;
ni tan siquiera me referiré a la violencia criminal bajando Indios
Verdes rumbo a Teotihuacan y Tulancingo o a Pachuquita airosa.
A lo anterior agregue usted la violencia vial y el estrés con que
manejan los automovilistas en las zonas metropolitanas del Valle de
México, de Valle de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla-Tlaxcala,
Toluca, Tijuana, León, Querétaro, Juárez y La Laguna, por citar solo
algunas.
Como dijera aquel, “ni dónde jalar”
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