Poder y dinero
Con gran entusiasmo y responsabilidad he aceptado la amable invitación del Portal tlaxcala.quadratin.com.mx y su Director, para que a partir de hoy y cada dos semanas comparta con Ustedes algunos puntos de vista que estoy seguro pueden ser importantes para la reflexión y el análisis.
Hoy más que nunca el Estado mexicano y la ciudadanía en general, deberíamos revisar con todo cuidado los principios constitucionales que dieron origen al federalismo en México.
Algo ha sucedido, que no hemos dejado de ir de tropiezo en tropiezo en el país.
Si la “gallina de los huevos de oro” se ha secado, entonces es necesario que el gobierno federal reconsidere la forma en que desde hace algunos años toma las decisiones para administrar y generar prosperidad en todo el país.
José López Portillo, dicen los que registran nuestra historia reciente, que un “día amaneció con muy buen ánimo” y le dijo a la Nación que deberíamos prepararnos para “administrar la abundancia” que provenía de la riqueza petrolera; “no más pobres” gritaba a los cuatro vientos el posterior habitante de la Colina del Perro.
Unas décadas después, con no menos espíritu festivo e individual optimismo, nuestro actual primer mandatario, frustrado habitante de La Casa Blanca, nos anticipaba las bondades de una reforma energética “de gran calado”, que abriría las puertas a la inversión extranjera para por fin, iniciar el camino a las grandes ligas de la prosperidad. No solo nos ofreció el paraíso terrenal, también la luna, el cielo y el sol.
Ni uno ni otro tuvieron éxito y como siempre después del fracaso y de responsabilizar al entorno internacional de nuestras desgracias económicas, piden comprensión y que el pueblo se siga apretando el cinturón de un pantalón cada vez más raído.
Lo he dicho, lo he sostenido y así lo he afirmado, una tendencia centralista federal en la conducción gubernamental ha evidenciado que no es la mejor manera de administrar. Ellos toman las decisiones, los hombres y las mujeres de este país sufren sus lamentables consecuencias.
La realidad que vive el país requiere más que nunca de la integración y participación de los gobiernos de las Entidades Federativas en las decisiones del gobierno federal.
Si se pretende resolver de mejor manera los graves problemas sociales, políticos y económicos, que estamos enfrentando, los Gobiernos Estatales deberían alzar la voz y poner un alto en el camino para redefinir el rumbo.
Es muy importante decir que, actualmente, existen sectores de la población más conscientes y participativos, más preparados, que están manifestando reacciones “radicales y peligrosas” en contra de las decisiones de las autoridades gubernamentales, porque no ven ni encuentran una respuesta eficaz en esas decisiones para evitar el cada vez mayor deterioro de la forma de vivir de los millones de mexicanos en angustiosa pobreza.
En las Entidades Federativas, los gobiernos no solamente tienen la oportunidad de vivir la cercanía de los problemas que aquejan a la población, sino que ahora cuentan con ciudadanos más capacitados en los ámbitos de la administración y cuyas propuestas podrían ayudar significativamente a la implementación de estrategias y acciones tendientes al mejoramiento de vida de los mexicanos. Solo hay que escucharlos.
Quizá no le quede claro al Gobierno de la República que uno de los postulados fundamentales del federalismo, se refiere precisamente al hecho de que entre el gobierno federal y las Entidades Federativas no debe existir subordinación sino coordinación, no obstante, la división de competencias legales.
A través de diversos períodos de su historia, México ha caminado entre regímenes de ideas centralistas y los federalistas, pero los resultados han señalado invariablemente que la concentración del poder siempre ha generado condiciones contraproducentes para el desarrollo; y más cuando ese poder solo atiende los intereses del poder económico interior y extranjero.
Debemos aprender, que el hecho de que en un Estado federado como el nuestro en el que la supremacía del gobierno federal se ha impuesto, no debe ignorarse el derecho de las Entidades que lo conforman, de revisar y opinar sobre la estructura, formación y funcionamiento del Pacto Federal.
Hoy, se impone un cambio en la naturaleza de las relaciones entre el gobierno federal y los gobiernos de las Entidades Federativas, porque es palpable la necesidad de la “ayuda” que requiere la federación de aquellos, para la debida conducción del país.
En este tema, la CONAGO (Conferencia Nacional de Gobernadores) que impulsamos hace unos años, debería retomar con toda seriedad los principios que le dieron origen, para que deje su actual papel de subordinación ante el gobierno federal y empiece a tener la influencia que se necesita en la toma de decisiones de éste.
Es una exigencia ciudadana; de lo contrario, el costo y los resultados seguirán siendo los mismos: centralismo con su abundante dosis de corrupción e impunidad, pobreza y desolación de la mayoría de los mexicanos.
“La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás”.
Winston Churchill