Comienza la limpia en Veracruz
CDMX, 20 de agosto, 2017.- Hoy en día los gobiernos siguen invirtiendo más en sistemas de atención a los daños causados por inundaciones, lluvias, sequías, tormentas eléctricas, deslaves y sismos, que en su prevención. Un ejemplo de ello es la inyección de dinero que es de miles de millones de dólares que se hace al Fondo Nacional de Desastres Naturales, pero desgraciadamente la corrupción también es víctima de él y los recursos, algunas veces, no llegan a los más necesitados.
En México la mayoría de la población no sabe que las pérdidas materiales y de vidas humanas causadas por estos fenómenos se pueden prevenir con un poco de infraestructura y planeación a largo plazo, la cual se le debe de exigir al Estado como parte de las garantías y derechos al bienestar que tienen los mexicanos.
La falta de atención por parte de los gobiernos locales, estatales y federales crea más pobreza en algunas zonas, pues las pérdidas económicas, así como humanas son cuantiosas y la gente ve su patrimonio esfumarse ante sus ojos. Las medias de prevención en México son austeras y obsoletas, además de que la población no tiene la información correcta para saber qué hacer con la tecnología de prevención.
Pues su uso tiene que ir acompañada de una cultura de mitigación de daños promovida de manera profunda en la población. Por otra parte, el tema de desastres naturales está afuera de las campañas políticas y de las agendas de los gobernantes, pues el mismo nombre dado de ‘desastres naturales’ exime a los políticos de toda culpa y atención al respecto; pues en el imaginario social se sigue considerando una cuestión ante la cual no se puede hacer nada, aun cuando la ciencia en los últimos años ha demostrado lo contrario, en donde los desastres no son tan naturales y que tienen una carga de responsabilidad humana muy grande basada en la toma de decisiones como es el uso de suelo, tipo de construcciones, tala de árboles, educación, corrupción, dejadez con respecto al mantenimiento de los sistemas de prevención, entre otras tantas causas.
El Sistema de Alerta Temprana para Ciclones Tropicales (SIAT) es un ejemplo de ello, pues es un esquema muy avanzado, sin embargo se basa en un equipo antiguo, el cual espera su modernización por parte del Sistema Meteorológico Nacional. Por lo tanto no hay alertas sobre tornados, mar de fondo, ondas de calor y frentes fríos actualizados. Por lo que existen sistemas dispersos solamente.
Según el artículo de la Jornada Nacional titulado ‘Impera corrección, no prevención’ publicado el día de hoy, en México casi no existen sistemas de alerta temprana que den a conocer a la población sobre los riesgos ante un fenómeno natural, en donde, según el documento, siete de cada 10 mexicanos alguna vez han sido afectados por alguno de esos eventos.
Quien se encuentra como responsable de emitir las diversas alertas es la instancia gubernamental federal llamada Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC), dentro del cual se incluye el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) que lleva un recuento, investigaciones y repartición de material de prevención con respecto a los diversos riesgos causados por los fenómenos naturales que la diversidad y localización de nuestro territorio nos presentan como reto y lección de solidaridad a los Mexicanos, una y otra vez cada año.
El CENAPRED, junto con el Servicio Meteorológico Nacional, emiten a los sistemas estatales de Protección Civil los avisos y reportes hidrometeorológicos, alertas de erupción volcánica e información sísmica a partir de los datos del Servicio Sismológico Nacional, alertando después a las autoridades municipales, las cuales en algunos casos, ni siquiera cuentan con una autoridad de protección civil.
Como se puede percibir en esta estructura se da el más puro ejemplo de la interacción entre sistemas de gobierno y la necesidad de una buena disposición de trabajo en conjunto, de no ser así, los habitantes son los que pagan las consecuencias.
Por lo que el tema no es algo que se deba quedar en el olvido, según el Plan Especial de Cambio Climático (PECC) 2014-2018 se calcula que el 55 por ciento de municipios en México, alrededor de mil 385, son vulnerables a inundaciones, deslaves, sequías agrícolas, ondas de calor y transmisión de enfermedades.
De ese total, el 20 por ciento se consideran como de alta y muy alta vulnerabilidad. Además, se advierte que con el calentamiento global esos sucesos serán más recurrentes e intensos en los próximos años. A partir de la década de los 90 se elevó en el país el número de desastres, sobre todo vinculados con tormentas tropicales e inundaciones.
Sólo entre 1970 y 2011, 66 por ciento de catástrofes se debieron a esos fenómenos, 12 a sismos y 22 a otro tipo de eventos, revela la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en el reporte Sistema de Protección Civil en México, divulgado en 2013.
Por lo que el tema de prevención es de vital importancia para los gobiernos, en donde se debe de contar con proyectos a corto, mediano y largo plazo, lo cual evitará que la pobreza se haga más profunda en las localidades más golpeadas por estos fenómenos, en las cuales se pierden vidas y patrimonios.