Pedro Haces, líder de la CATEM
“Sabía que iba a pasar algún día. Pero como la mayoría de las cosas que sabes que en algún momento sucederán y te causarán aflicción, no te paras a pensar demasiado en su inevitabilidad”: Douglas Kennedy
Aunque los analistas simpatizantes del actual gobierno de la República sigan sosteniendo con gran vehemencia que México no ha llegado a ser un Estado fallido, un destino diferente que otros no alineados anticiparon, nos ha alcanzado; el descontento social por la mala administración está tomando proporciones muy peligrosas para todos los mexicanos y sigue creciendo desde la llegada al poder de Enrique Peña Nieto.
La efervescencia política se dispara por todos lados, unos para intentar convencer que han sido exitosos y honestos para gobernar, pero la realidad los acusa a diario de todo lo que el pueblo padece; otros, marcando su distancia para verse como enojados y ajenos a las consecuencias de malas decisiones de las que han sido cómplices; otros más, se orientan para capitalizar los enormes hierros del grupo en el poder.
Lo cierto es que no hay un buen diagnóstico del país en ninguno de sus indicadores; todos quieren hacer leña del árbol anticipadamente caído; la corrupción y la impunidad parece que ni con el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción será frenada, ni siquiera se ha nombrado Fiscal ni a los magistrados que impartirán justicia. La Casa Blanca, como ejemplo, que exhibió al Presidente inmerso en una maraña tenebrosa de corrupción, es un tema “olvidado” porque el señalado responsable fue exonerado por sus propios empleados.
Los muertos por violencia y desaparecidos se incrementan todos los días; los índices de inseguridad crecen sin control y nadie está seguro ya en sus hogares; los periodistas son perseguidos, trabajan en una situación de indefensión y no ha habido acciones reales que los protejan del crimen organizado y mucho menos de los actores políticos ofendidos porque publican sus tropelías.
Las llamadas “reformas estructurales” son un completo fracaso, unas más que otras y solo han servido para empequeñecer aún más al gobierno y empobrecer a las familias; divulgan ahora que sí hay crecimiento económico, pero los mexicanos observamos lo contrario.
Enrique Peña Nieto ha “logrado” el crecimiento de la pobreza, que avanza con paso firme y lastimoso para millones de compatriotas; su política social tiene una cara electorera solamente, que le ha dado importantes “triunfos” en las urnas, dispendio y acarreo sus principales acompañantes.
El descrédito internacional del Ejecutivo Federal por su ineficacia para proteger los derechos humanos de los ciudadanos tiene ya un lugar preponderante; ahora no solo son estudiantes, periodistas y activistas opositores los muertos y desaparecidos, se corona cuando es evidenciado porque instituciones de su gobierno compraron un software llamado Pegasus, que es el instrumento con el que hace honor a la KGB de Joseph Stalin, nada más que en versión nopalera, porque ya todos saben que nos espían y para qué.
Lo he dicho en anteriores colaboraciones, el diluvio que viene será de pronóstico reservado, el destino del país no puede ser peor al que nos ha alcanzado; no hay encuestas ni apuestas que nos den indicios de lo que realmente va a suceder en el 18, será un toma y daca de descalificaciones y defensas a ultranza; el Presidente #EPN será negado más de tres veces por sus otrora amigos.
Dinero mata ideología, la dádiva tratará de imponerse una vez más en la elección presidencial, y la pregunta de siempre seguirá latente, ¿y el pueblo, cuándo va a despertar?