Inseguridad y violencia no paran
En los nada lejanos tiempos del “horroroso PRI hegemónico”, tanto militantes de la dizque izquierda mexicana como de la derecha panista, repudiaban con singular energía que el “partidazo” reclutara “payasos de la farándula” para convertirlos en aspirantes a puestos de elección popular.
Así, por ejemplo, perredistas y panistas no perdían oportunidad de mofa hacia la vernácula senadora Irma Serrano, “la tigresa”; de la diputada Carmen Salinas, “la corcholata”; además de galanes y strippers de la “pantalla chica”, como Julio Alemán y Sergio Mayer.
Y lo que antaño fue una legitima crítica a gobernantes, políticos y partidos por recurrir a groseros actos de circo en la política, hogaño es una insultante normalidad política en la vida nacional.
Y es que a pesar de que hoy pocos cuestionan el moderno espectáculo circense, lo cierto que gobernantes y políticos en el poder –empezando por López Obrador–, han sufrido una mutación que los convirtió en auténticos “payasos de circo”, cuyo único objetivo es engatusar a su “Legión de Idiotas”, que son su última fuente de legitimidad.
Peor aún, en Palacio han llegado al extremo de convertir esa joya de la historia que es Palacio Nacional, en una verdadera “carpa de circo” para la exhibición diaria de payasos, trapecistas, contorsionistas, reptiles y, sobre todo, las más peligrosas fieras de rapiña.
Y el mejor ejemplo de la mutación presidencial la vimos el pasado viernes, en Tabasco, en lo que alguna vez pudiera ser la Refinería Dos Bocas; evento que terminó precisamente convertido en un ofensivo espectáculo circense en donde el bufón central se llama López Obrador.
Y se trató de un vulgar montaje porque la supuesta inauguración de la llamada Refinería Olmeca no fue más que “el banderazo de salida” de un galerón de oficinas y el esqueleto de acero de lo que en cinco años podría ser una planta de destilación de derivados del petróleo.
Es decir, que el pasado viernes 1 de julio del 2022, en Dos Bocas, Tabasco, asistimos a otro insultante engaño que se suma a las más de 80 mil mentiras contabilizadas al mandatario mexicano, en los primeros 43 meses de gestión, al frente del ejecutivo federal.
Y ante a una de las mentiras más monstruosas del sexenio –por el descomunal costo de la refinería, por la rapiña del dinero público y por la ofensiva regresión frente a la prioridad de las energías limpias–, obliga volver a las preguntas.
¿Qué pasa en la cabeza del presidente López, que no puede contener su imperiosa necesidad de mentirle a los mexicanos y al mundo?
¿Por qué ocultar los fracasos y los suplantar por groseros montajes que no sólo ofenden a los ciudadanos mexicanos sino que exhiben a su gobierno como uno de los más incompetentes y corruptos del mundo?
Lo cierto es que la respuesta la conocen todos.
Peor aún, ha estado a la vista de todos todo el tiempo.
El problema es que muchos se negaron a ver quien era López Obrador, desde los tiempos de líder social y jefe de gobierno del DF.
Sí, a lo largo de su carrera de líder y político, Obrador ha sido no sólo “el rey de la extorsión”, sino “el rey del engaño y la mentira”.
Por ejemplo, como jefe de gobierno del DF, Obrador inauguró en tres ocasiones los llamados “segundos pisos del Periférico”, y hasta hoy nadie sabe cual fue el costo final, ya que la obra estuvo a cargo, en su totalidad de Claudia Sheinbaum.
En el fondo, las mentiras, los montajes, los engaños y los espectáculos de circo van dirigidos a la clientela de fanáticos que quieren seguir creyendo el sueño de AMLO; una verdadera pesadilla que ha llevado al país a la ruina.
Es decir, el circo montado el 1 de julio en Tabasco, y la carpa diaria en Palacio Nacional son placebos o paliativos para mantener viva la esperanza de la aún numerosa “Legión de Idiotas” que llevaron a López Obrador al poder.
Una porción social a la que, por cierto, le dedicamos el Itinerario Político de hace poco más de cuatro años, el 4 de abril de 2018, titulado: “¡Sociedad de idiotas!”, del cual reproducimos un fragmento:
“Sólo una sociedad de idiotas puede dar crédito a la campaña contra la construcción del NAIM, sin cuestionar las raterías de los “segundos pisos del Periférico” y la gran estafa de la Línea 12 del Metro.
“Sólo una sociedad de idiotas puede olvidar que para la construcción de los “segundos pisos” el entonces jefe de Gobierno del DF, López Obrador, nunca licitó dicha obra sino que la entregó por asignación directa a sus amigos y mecenas, del “Grupo Riobóo”.
“Sólo una sociedad de idiotas puede olvidar que los “segundos pisos del Periférico” se inauguraron en tres ocasiones distintas y que hoy, a más de una década, nadie sabe y nadie conoció el sobrecosto de la obra
“Sólo una sociedad de idiotas se traga el cuento de que el de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto es un acto de corrupción mayor al de los opacos y tranzas “segundos pisos”, a la estafa maestra de la Línea 12 del Metro que, por cierto. mantuvo “huido” a Marcelo Ebrard.
“Sólo una sociedad de idiotas puede olvidar que en ese grosero acto de corrupción y de opacidad oficial –conocido como “segundos pisos” –, la estratega fundamental fue la señora Claudia Sheinbaum, secretaría de Medio Ambiente y a quien AMLO impuso por encima del secretario de Obras, para que manejara a su antojo “el enjuague” de tal símbolo de la corrupción.
“Sólo una sociedad de idiotas aplaude a una candidata como Claudia Sheinbaum, también culpable de la opacidad en una tragedia como el Colegio Rébsamen, a pesar de sus transas en la demarcación de Tlalpan; además de sus antecedentes familiares de “pacas de billetes” en bolsas de súper.
“Sólo una sociedad de idiotas, mal informados y amnésicos puede ignorar que en el gobierno de Obrador –en el DF–, se vivieron los mayores niveles de violencia, inseguridad desempleo y pérdida del poder adquisitivo.
“Sólo una sociedad de idiotas olvida la “marcha blanca” contra la violencia y el secuestro en el gobierno de AMLO en el DF, al tiempo que el jefe de gobierno llamó “pirrurris” a los manifestantes.
“Sólo una sociedad de idiotas mira complacida que un candidato presidencial que no ha trabajado en más de una década –igual que toda su prole–, tiene la desverguenza de acusa de corrupción, opacidad y transas, a diestra y siniestra, mientras él se coloca en calidad de nuevo mesías.
“Sólo una sociedad de idiotas se traga el cuento de que el candidato López regalará becas, universidad, ayudas, bonos, empleo a millones de personas, sin explicar que presupuestalmente, ese populismo colapsará al país.
“Sólo una sociedad de idiotas aplaude el perdón a las bandas criminales, en tanto millones de mexicanos son víctimas del crimen y sus negocios millonarios. ¿Somos una “sociedad de idiotas”? Al tiempo”. (Fin de la cita?
Hoy, a poco más de cuatro años del texto arriba citado, el tiempo nos regala una conclusión.
En efecto, en julio de 2018, por lo menos 30 millones de votantes refrendaron su pertenecía a la “sociedad de idiotas”.
¿Cuántos aún hoy pertenecen al selecto club de la “sociedad de idiotas”?
Al tiempo.