Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Hoy por la noche habrá de celebrarse el primer debate entre las dos candidatas presidenciales, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, y el candidato Jorge Álvarez Máynez.
Será un evento marcado por la violencia que han sufrido varios aspirantes a cargos de elección popular en el transcurso de las campañas en marcha.
Y aunque están anunciados con claridad los temas que deberán discutirse una vez que cada pretendiente a llegar a la Silla del Águila presente sus propuestas sobre combate a la corrupción, transparencia, no agresión a grupos vulnerables, educación y otros aspectos de la vida nacional, será difícil, casi imposible, que los debatientes no recurran a descalificaciones y señalamientos de fallas o actos criticables que se encuentren en las respectivas trayectorias pública y ¡PRIVADAS¡ de los contendientes.
Después de que Xóchitl Gálvez sufrió la paliza que le propinaron cuando se viralizó el video donde su hijo asumía una actitud ciertamente criticable y que “alguien” (¿otra vez Jesús Ramírez Cuevas?) descubrió un año después de que ocurrieron los hechos, será difícil que la hidalguense no reclame por la guerra sucia que existe en su contra.
Lo mismo puede protestar Jorge Álvarez Máynez, quien ha tenido como momento relevante en las redes sociales el momento en su compadre Samuel García los destapó como candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, en una reunión llena de botanas y cervezas, y que ahora padece la guerra sucia al hacer circular en redes un historial suyo lleno de actos ciertamente condenables, si es que hubieran ocurridos como lo dice el documento que llegó a casi todos los comunicadores, como fue el caso del redactor de estas notas, Máynez, así le gusta que le digan a éste pretenso, no es el único de los tres debatientes que tiene un pasado libre de señalamientos de mala conducta.
En el caso de Claudia Sheinbaum, a quien los rudos y golpeadores panegiristas de Xóchitl Gálvez le pronostican un debate desastroso por su dependencia política de López Obrador, es muy probable que la candidata que va muy arriba de sus contendientes en la mayoría de las encuestas, tenga que pagar el costo de ser una creación del mencionado “primer mandatario”.
En ese supuesto el debate lo perderían los muy identificables colaboradores “cercanos” de AMLO, que definitivamente están manejando la imagen del presidente como el presunto manipulador de esa campaña y, en consecuencia, se podría decir que el perdedor del debate fue el grupo o camarilla que pulula en Palacio Nacional y no la candidata Claudia Sheinbaum.
Pero lo más prudente es no adelantar vísperas y esperar a que ocurra el evento y después ya poder emitir algunos juicios de valor.
Ojalá y los debatientes apuesten por la civilidad y la urbanidad política que deben a la ciudadanía de la que buscan su voto, y así las propuestas no sean opacadas por el amarillismo de las denuncias que descobijan vidas privadas cuestionables.
EN TIEMPO REAL.