Poder y dinero
@guerrerochipres
En el Cereso número 3 de Ciudad Juárez está latente aquel 17 de febrero de 2016, el día que el Papa Francisco visitó a las y los internos y les llevó un Cristo de cristal que sirvió de alegoría para hablarles de la posibilidad de salir adelante.
Casi siete años después, este penal de mediana seguridad se convirtió en el escenario de una de las más fugas cruentas, por la violencia con la que se gestó, el número de víctimas mortales y la cantidad de presos evadidos.
Los datos probados, hasta ahora, indican que la mañana del domingo llegaron varios hombres en vehículos blindados y dispararon contra custodios en la entrada y algunos dormitorios.
Luego de cinco horas de violencia, con la intervención del Ejército, Guardia Nacional y Policía Estatal se controló el motín que dejó 10 custodios y 7 internos muertos, además de 14 heridos y 25 internos evadidos, entre ellos Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, «El Neto», identificado como líder de «Los Mexicles».
Esta es una de las mayores fugas de los últimos años. El 17 de octubre del 2019, durante los bloqueos y violencia registrada en Culiacán —que llevaron a la liberación de Ovidio Guzmán, hijo de “El Chapo” Guzmán— se registró un motín en el penal de Aguaruto, del que escaparon 55 internos.
En mayo de 2020, un total de 12 personas privadas de su libertad escaparon del Cereso de Cieneguillas, en Zacatecas, por un túnel que construyeron durante medio año, y en octubre del año pasado, del mismo penal escaparon siete internos.
Todos los casos de evasión llevan implícita una fuerte carga de corrupción. Desde la fuga que en agosto de 1971 protagonizara en helicóptero Joel David Kaplan del penal de Santa Martha Acatitla, hasta los dos escapes del “Chapo” Guzmán de los penales de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, y el Centro Federal de Readaptación Social Número 1 El Altiplano.
La corrupción ha sido el factor que solapa el autogobierno en los penales —facilitador de lujos y comodidades como las descubiertas en el Cereso de Ciudad Juárez: cajas fuertes, armas, droga, pantallas de plasma— y anticipa el fracaso de la reinserción social, el objetivo principal de la privación de la libertad.
Luego de entregar el Cristo de cristal a los internos, en 2016, el Papa Francisco criticó la falta de un sistema de reinserción. «Las cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte. Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida», les dijo en el penal entonces símbolo de gobernabilidad.
Salvador Guerrero Chiprés es presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia de la Ciudad de México