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Sedena, clave en gabinete de la 4T: continuidad y lealtadSedena, clave en gabinete de
Una brillante hoja de servicios, una lealtad intachable, compromiso con la legalidad; lucha frontal contra el crímen organizado. El general Barry R. McCaffrey lo había llamado “un hombre da absoluta integridad”; la Administración antinarcóticos (la DEA) lo premió con una placa “por su destacada contribución en el campo de la lucha antinarcóticos”. El gobierno de México lo nombró jefe del Instituto Nacional de Control de Drogas por su “valiente actuación” contra los narcotraficantes en el país.
Eran los tiempos en que reinaba (perdón, gobernaba) México, Ernesto Zedillo. Y según el gobierno norteamericano, el negocio de las drogas representaba unos 30 mil millones de dólares anuales.
El general Jesús Gutiérrez Rebollo, según pregonaba a los cuatro vientos el gobierno mexicano, había apresado a varios capos del cártel de Tijuana, de los hermanos Arellano Félix. Lo que el gobierno ignoraba era que al mismo tiempo que recibía medallas, el propio Gutiérrez Rebollo protegía a los jefes del cártel de Juárez, al mando de Amado Carrillo Fuentes, conocido como “El Señor de los Cielos”.
Intelectualmente limitado y de poco trato social, Jesús Gutiérrez Rebollo provenía de una familia humilde, había nacido en 1934 en Jonacatlán, estado de Morelos. Su padre, campesino, se había unido al Ejército Libertador del Sur que comandaba Emiliano Zapata donde alcanzó el grado de mayor. Para huir de la pobreza Jesús, aún adolescente, ingresó al ejército y en las fuerzas armadas aprendió a leer y escribir. Ascendió muy lentamente pero llegó a ser general y hasta fue comandante de la V Región Militar que, con sede en Guadalajara, abarcaba cinco estados del centro del país.
Al inicio de 1997 el Congreso de Estados Unidos discutía la certificación de México como aliado en la lucha contra las drogas pero los congresistas no veían muy claro el resultado en las autoridades de este lado del Río Bravo.
El llamado zar antidrogas nunca se imaginó ese 6 de febrero de 1997, que aquella llamada por la red privada, para que se presentara con urgencia (eran las 11:45 de la noche) en el despacho del secretario de la Defensa, Enrique Cervantes Aguirre, truncaría su carrera militar y daría un giro de campana a su vida misma.
Por la mañana Cervantes Aguirre había sido informado de que Gutiérrez Rebollo compartía con una mujer joven un departamento de lujo en Chalchihui 215, en Bosques de las Lomas, territorio en el que viven sólo los más ricardos de la ciudad de México. Tan era exclusivo el rumbo que Gutiérrez Rebollo no podía estar pagando la vivienda con su sueldo como servidor público. Lo de estarlo ocupando con Lilia Esther, una joven que no era su esposa era lo de menos. Lo grave era que el departamento le había sido rentado por Eduardo González Quirarte, uno de los principales lugartenientes de Carrillo Fuentes.
También sabía que el ya llamado zar antidrogas y sus ayudantes habían recibido de Carrillo Fuentes “considerables sumas de dinero” y cinco automóviles, incluyendo un jeep blindado.
El diálogo fue áspero. Gutiérrez Rebollo argumentó que González Quirarte era su informante, hecho común entre los policías de cualquier país; y además soltó que en ese momento investigaba posibles nexos de los hermanos Jesús, Adán y Luis Amezcua, conocidos capos que en Guadalajara controlaban el tráfico de anfetaminas, ¡con el suegro y el cuñado del presidente de la república! Ernesto Zedillo, es decir, que el narcotráfico había contaminado ya a la familia presidencial. Se sabe que ante esta revelación el general secretario montó en cólera, llamó a sus guardias y ordenó que se llevaran a Gutiérrez Rebollo en calidad de detenido. Éste salió del despacho con evidentes síntomas de un infarto; fue llevado al Hospital Militar y operado de emergencia.
Mientras tanto la investigación continuó por lo declarado por el subteniente oficinista, Artemio Flores, que, además de Lilia Esther, ya madre de un bebé y de dos hijos adolescentes, el general tenía otras dos novias: Beatríz, originaria de San Luis Potosí y ótra llamada Lilia, quien vivía en la colonia Roma, en la ciudad de México. Flores había sido el encargado de llevar los cheques mensuales a las mujeres de mi general.
Se descubrió además que Gutiérrez Rebollo, su esposa, su amante Lilia Esther y sus hijos, tenían 1.8 millones de dólares en depósitos en efectivo cuya procedencia no podían justificar legalmente, y posiblemente otros 1.2 millones en cuentas bancarias secretas, bajo otros nombres o compañías anónimas. Su exchofer Juan Galván, principal testigo del Ministerio Público, declaró haber sido enviado a reunirse con los traficantes por lo menos en siete ocasiones entre diciembre de 1996 y enero de 1997.
El general fue acusado de soborno, obstrucción de la justicia y de facilitar el transporte de cocaína. Se le declaró culpable de ayudar al narcotraficante Amado Carrillo Fuentes y condenado a 31 años 10 meses y 15 dias de prisión; un tribunal federal le impuso una nueva pena, de otros 40 años de prisión en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez y una multa de 24 millones 716 mil 800 pesos.
Murió de cáncer cerebral en el Hospital Militar de la Ciudad de México el 19 de diciembre de 2013.
Sobre la participación de Jesús Gutiérrez Rebollo en el crimen organizado, el director norteamericano Steven Soderbergh realizó en el año 2000 la película Tráffic y Telemundo creó en 2013 la serie televisiva El Señor de los Cielos.