Libros de ayer y hoy
En política, como en la naturaleza, el mayor peligro aparece cuando un animal se ve acorralado.
Incluso, muchos conocen el ejemplo cotidiano de animales acorralados como las ratas, que son capaces de atacar a los seres humanos, para defender su botín y/o a los suyos.
El caso de los animales políticos –en riguroso criterio aristotélico–, no es distinto, ya que el olor de la derrota los lleva a extremos impensables, como el terrorismo y hasta los cuestionables magnicidios, nada extraños en México.
Y debemos volver al tema porque el olor de la derrota ya resulta inocultable no solo en Palacio, sino en el “cuarto de guerra” de la candidata oficial, Claudia Sheinbaum.
Pero hay más. Por si fuera poco, se han prendido los focos rojos que advierten del peligro inminente en algunas plazas electorales emblema; como Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Nuevo León y Veracruz, entre otras, en donde resulta ensordecedor el ulular de las sirenas de alarma.
Por todas esas razones –el olor de la derrota, los focos rojos y el desesperante ruido de las alarmas–, el jefe de campaña de Morena, de nombre López Obrador, ordenó un cambio urgente y radical de estrategia contra los opositores y, en especial, contra la incontenible Xóchitl Gálvez.
¿Un cambio urgente y radical?
En efecto, a partir de la presente semana y en los días que siguen hasta el 2 de junio, veremos todos los extremos posibles de la “guerra sucia” contra Xóchitl, contra su familia, sus colaboradores y aliados.
Y el mejor ejemplo apareció el pasado miércoles 3 de junio del 2024, cuando algunos de los más serviles aplaudidores de López y Claudia, dieron a conocer un video incómodo del hijo de la candidata presidencial opositora.
¿Qué hay detrás de la difusión masiva –hasta niveles de tendencia en redes–, de un video poco grato del hijo de Xóchitl Gálvez?
La respuesta la conocen todos.
Sí, asistimos al cambio de estrategia, a la guerra sucia ordenada desde Palacio; guerra que no verá límites hasta no conseguir su objetivo.
¿Y cual es ese objetivo?
Casi nada, frenar la incontenible campaña de la señora Xóchitl, mediante todos los instrumentos necesarios, como la difamación, la calumnia y la bajeza; incluso extremos impensables, como el terror y el crimen.
Y si al final nada de eso detiene a la candidata opositora, veremos el recurso estelar llamado “golpe de Estado”.
Y es que, nos guste o no, debemos entender que en un proceso electoral como el que vivimos hoy en México, no hay lugar para la ingenuidad.
¿Y eso qué significa?
Que Obrador y su pandilla mafiosa, además de sus aliados del crimen organizado, no están dispuestos a dejar el poder y los grandes negocios sucios, por la vía de las instituciones democráticas.
Sí, se aferrarán con uñas y dientes al poder presidencial, sobre todo a través de medios ilegales y criminales, como el robo de la elección, el fraude, el terror, el crimen y el golpe de Estado.
Por lo pronto, la mejor muestra de que López ordenó la difusión del video que exhibe al hijo de Xóchitl Gálvez en un pleito de antro, es que de inmediato apareció la esposa del presidente a cuestionar el uso faccioso y fascista de la vida privada del hijo de una mujer política.
Sí, muchos aplaudieron la declaración de “la no primera dama”, sin entender que se trata de la misma estratagema para distraer del verdadero origen de la guerra sucia. Y si, no pocos ingenuos se tragaron el sapo.
Pero antes ya habían recurrido a la estrategia de enlodar el nombre de la candidata opositora, al recuperar de las cloacas del poder el caso de la hermana de Xóchitl, acusada y encarcelada por un presunto secuestro.
Lo cierto es que no prosperó ninguno de los dos intentos por enlodar el nombre y trayectoria de la señora Gálvez.
En cambio, al presidente se le hizo bolas el engrudo al pretender defender lo indefendible, las corruptelas de sus hijos.
Y es que luego de la difusión masiva, maniquea y mafiosa del video del hijo de Xóchitl, también en redes se convirtió en tendencia la comparación entre el hijo de la hidalguense y los hijos del presidente.
Contraste imposible ya que no existe punto de comparación entre el pleito de antro de un adolescente –como el hijo de Xóchitl–, con el crimen organizado que por años han encabezado los hijos de Obrador; pillos exhibidos hasta el cansancio en audios y videos.
Al final volvieron a aparecer la doble moral y el doble discurso de López Obrador, quien debió reconocer que sus hijos traficaron influencias en el Tren Maya y que son mafiosos de altos vuelos.
Pero la guerra sucia apenas empieza y llegará a extremos impensables. Y que nadie se llame a sorpresa.
Al tiempo.