Frente a la guerra
La reunión entre los presidentes de México y de Estados Unidos, necesariamente se tendrá que analizar como un encuentro diplomático, pero desde la perspectiva digital que es el uso que ha impuesto Donald Trump a sus relaciones con el mundo y específicamente hacia nuestro país.
Por razones geográficas, el extraordinario nivel de dependencia económica y por la ingenuidad política internacional de Andrés Manuel López Obrador y su incapacidad de proponer una estrategia global innovadora, es innegable que la relación con Estados Unidos tiene que ser prioritaria.
Desde antes de llegar a la Casa Blanca Donald Trump estableció que su política exterior hacia México la centraría en la construcción de un muro fronterizo que separara a los dos países, que sería pagado por su vecino y que, además, él se encargaría de administrar la puerta.
Con ello, pondría en práctica un amplio programa de deportación masiva de los inmigrantes indocumentados, así como la revisión de los temas de seguridad en la frontera y el tráfico de drogas, junto con la renegociación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte que entró en funcionamiento el 1 de julio con el nombre de Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), bajo las condiciones que impuso la Casa Blanca.
Precisamente, el encuentro de esta semana entre los presidentes López Obrador y Trump tiene como pretexto celebrar la firma del T-MEC del que el gobierno mexicano ha colocado como solución a la crisis agravada por la pandemia del coronavirus y del que veremos señales una vez que transcurran 20 meses, en el mejor de los casos.
En los hechos, el encuentro en Washington es la revisión de las facturas sin pagar del gobierno mexicano en materia energética, especialmente los barriles de petróleo que México dejó de aportar a la OPEP y de los que se hizo cargo el gobierno estadounidense, aunque habrá palmaditas de agradecimiento por las tropas desplegadas para restringir que migrantes latinoamericanos, africanos y chinos crucen la frontera, entre otros temas que deslavan a la diplomacia de nuestro país.
Desde cualquier perspectiva, el encuentro no es favorable para México, que ha quedado en desventaja permanente no solamente por el mantenimiento de una diplomacia débil y dependiente sino alejada de la fortaleza que se significó mantener una posición de liderazgo para Iberoamérica y el Caribe.
Pero es más grave todavía por la imagen creada por Donald Trump en la utilización de las redes sociales como parte de las relaciones internacionales de su gobierno que, en el caso de México, han sido injustas y denigrantes.
Hasta este encuentro que, en su estilo de menosprecio no reúne las características más destacadas de la diplomacia porque no es una visita de Estado, es claramente un requisito político por cumplir en un escenario electoral. Por eso, al no reunir las normas elementales de los protocolos del internacionalismo, el Primer ministro de Canadá ha dejado en suspenso su asistencia a un encuentro de mandatarios con pretexto del T-MEC.
Donald Trump no ha dejado de lado sus expresiones mediante las redes sociales que él ha probado desde su primera campaña electoral, para bien y para mal que, si bien están abiertas al escrutinio y a las apropiaciones públicas más diversas, generalmente afianzan su popularidad como líder, aunque no como gobernante.
Trump entendió como pocos la coyuntura actual de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) para crear una sólida estrategia global para atraer la atención de la opinión pública mediante las redes sociales y lejos de comprometerse con los ciudadanos para intercambiar ideas y escuchar sus propuestas, utilizó Twitter para reprochar a sus críticos, emprender batallas personales y atraer a los medios de comunicación para sus intereses.
La Cuarta Transformación no ha entendido eso ni ha establecido un esquema político y diplomático acorde a la era digital, más allá de lo elemental y en donde México confirma frente al gobierno de Trump una enorme brecha tecnológica que difícilmente podrá aportar algo a una relación compleja, desigual y políticamente incierta.
Al final, el país no ganará nada, aunque eso sí tendremos una foto del presidente en la Casa Blanca.
@lusacevedop