Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Buen parón se les ha dado en los últimos días a dos personajes, ex funcionario uno del pasado y otra de la actualidad, por las aberraciones que han soltado. Uno, el ex presidente Vicente Fox, al criticar y generalizar con sucios epítetos a personas que reciben apoyos económicos, legítimamente. Y Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que fue a enseñar la oreja a Estados Unidos en el World Law Congress, en Nueva York, al denostar el hecho de que las mayorías sean las que vayan a ser las que impongan las reglas en el destino de la justicia, pensando tal vez, en la propuesta de que sean éstas las que elijan a los funcionarios judiciales. Ambos no parecen haberse equivocado, porque en sus actuaciones queda evidente lo que están planteando. En el caso del primero muy delicado porque es uno de los protectores de la señora X que presume ser precandidata a la presidencia, con cierta estridencia, a la que señala el ex mandatario como convencida de lo que él dijo públicamente. En esencia, fuera programas sociales. La situación de la señora Pïña, en uno mas de sus resbalones, es igual de grave, porque lo que está manejando lo hace a nivel internacional, sobre la materia más delicada que siempre espera una población, como es la justicia. Criticar sin hacer autocrítica, se revierte a la jueza que hasta este momento no ha podido parar a los jueces que denigran el sentido de su deber. Todos los días se libera a presuntos delincuentes.
SIENDO PODER DE RESOLUCIONES INTERNAS, EL JUDICIAL SE EXTERIORIZA
Cuando Piña sostiene en el encuentro jurídico en Nueva York que los problemas que padece el judicial mexicano lo tienen todos los demás en el mundo, soslaya que en los últimos tiempos los jueces en lugar de juzgar quisieron tomar el poder por los cuernos y decidir sobre él. Ahora sobajan a los otros poderes, lo acabamos de ver con sancionar y desaparecer leyes realizadas por el poder que es legítimamente el que las hace, y en algunos países hasta quitan poder como si su función fuera esa. Lo vimos en el caso de Brasil, con Lula y Dilma y en otros, como en Argentina al juzgar a Cristina Fernández. La soberbia que ha trepado a los juzgados tiene el origen también en las leyes que crearon los pasados gobiernos que hicieron del derecho el mazacote que quisieron para que les sirviera. Hay muchas leyes en el país que no tienen ninguna salida y que no se pueden corregir porque el Judicial lo veta. Esas mismas leyes deformes son las que usan para dejar libres a presuntos delincuentes cuyas pruebas están a la vista como el caso tan mencionado de Rosario Robles liberada totalmente por un juez. Y algunos de los delincuentes que ahora andan libres porque según los jueces, la culpabilidad no fue demostrada a partir del argumento legal.