Poder y dinero
(Porque se puede ser joven incluso a los más de 80 años)
Estimado lector, te comparto mi obra titulada el Poeta Navegante. Esta pieza fue realizada en la técnica del pastel.
Escribir de la familia es complicado, en particular cuando se trata de buenos comentarios, en tanto que el cariño y los lazos sanguíneos pueden inclinar la balanza de un justo y sano juicio.
Para mi desfortuna o fortuna, como se le quiera considerar, adolezco de una familia creativa y talentosa en muchas áreas de las artes, empezando por mi madre que es también pintora, como su servidor. En esta gran familia contamos con escritores, poetas, pintores, fotógrafos, directores de cine, y uno que otro negrito en el arroz, como en toda buena familia mexicana, de ascendencia griega que gusta del drama.
En esta ocasión quiero comentar la obra de Homero Aridjis, quien está considerado como uno de los escritores más importantes de la literatura contemporánea. Su relevancia radica en su destacado trabajo como poeta, novelista, ensayista; además, de su gran activismo ambiental.
Nacido en Contepec, Michoacán, en 1940, Aridjis ha publicado más de 50 obras literarias. A los 17 años, abandona su pueblo de nacimiento para llegar a la Ciudad de México, donde estudia Filosofía y Periodismo. A los 24 años, Homero es el escritor más joven en recibir el premio Villaurrutia, con su poema Mirándola dormir, una obra de amor erótico en prosa poética, hilvanada con referencias clásicas. Gracias a su destacado talento, el gran Octavio Paz declara, para una entrevista del periódico Excélsior: “Aridjis es el mejor poeta joven de México”.
Su estilo literario se caracteriza por el uso de la metáfora y la imaginación desbordante, que se combinan con una sensibilidad profunda hacia la naturaleza y la preocupación por la justicia social. Homero ha sido traducido a más de 15 idiomas.
Más allá de su prolífica carrera literaria, Aridjis es también conocido por su gran compromiso con la protección del medio ambiente y su particular activismo en defensa de la Mariposa Monarca. Así como también, por su trabajo diplomático donde se desempeñó como embajador de Países Bajos, Suiza y la UNESCO. Homero Aridjis es un hombre de más de 80 años de su tiempo, activo y creativo que trabaja todos los días (ahí es donde radica su juvenil fortaleza).
En su más reciente novela, “Los peones son el alma del juego”, nos ofrece un vistazo de los protagonistas de la cultura mexicana de la última mitad del siglo XX, de la cual él y la entrañable tía Betty (esposa, musa, promotora, traductora, pero, sobre todo, fiel compañera) fueron piedra angular.
En esta obra, con tintes autobiográficos, el autor nos relata la vida de Alex, un joven de 18 años, que llega a la Ciudad de México en 1958 para estudiar periodismo, pero con la intención secreta de escribir poesía y para lograrlo pasará por interesantes aventuras y dará cuenta de su encuentro con el mundo intelectual de la época y su relación con el ajedrez.
Personajes tan relevantes como Juan José Arreola, Juan Rulfo, Pita Amor, Eduardo Lizalde, Fernando del Paso, Amparo Dávila, Pedro Coronel, Ali Chumacero, Octavio Paz, entre muchos otros más, desfilan en estas páginas que el ávido lector devora con gusto.
“Los peones son el alma del Juego”, retrata magistralmente escenas del tiempo de una ciudad y de grandes personajes que perdimos ya, pero que dieron forma y construyeron parte de la ciudad y el país que hoy vivimos.
Homero guarda en su mirada, esa mirada cariñosa que siempre caracterizó a mi abuelo Nicias (padre del poeta). A él, a mi abuelo, ese hombre callado, pero tierno de mi primera infancia y que aún recuerdo con esos ojos que siempre guardaron un pequeño dejo de nostalgia por los lugares ancestrales que nunca más volvió a pisar.
A él seguramente le encantaría ver lo grande que uno de sus hijos llego a ser en estas nuevas tierras, cuando el mismo llego a México con los bolsillos llenos de sueños y proyectos e hizo de su tierra, otra mar.