Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
MORELIA, Mich., 2 de julio, 2017.-Los homicidios dolosos en los primeros cinco meses de este año sumaron 533, lo que significa que la perspectiva de este año es que serán más de mil 200, y en 2016 fueron mil 477.Las estadísticas demuestran que a pesar del esfuerzo, inversión y nuevas estrategias, la delincuencia sigue siendo imparable.
Según datos oficiales, en 2015 en Michoacán fueron contabilizados 704 homicidio dolosos, 158 menos que en 2014, cuando se registraron 862. Es evidente que se trata de datos estadísticos impresionantes, pero no debiera ser tanto, porque es superado por mucho por entidades como el Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Sinaloa.
Eso es México señores. Michoacán ha llamado mucho la atención por la forma o la circunstancia como sucedieron los crímenes. Podemos señalar a los10 asesinados en Apatzingán por un presunto enfrentamiento entre manifestantes con policías federales o lo ocurrido en Tanhuato donde murieron 42 presuntos delincuentes y un policía federal.
En 2013 en esta entidad murieron 805 personas, principalmente en municipios como Apatzingán, Uruapan, Morelia, Lázaro Cárdenas, entre otros municipios de Tierra Caliente, Sierra Occidental y la parte central de Michoacán.
A decir de las estadísticas, uno de los años más sangrientos fue 2014, precisamente cuando operó el comisionado federal para la seguridad, Alfredo Castillo, periodo en el que fueron ultimados o detenidos varios liderazgos del crimen organizado como el “Kike” Plancarte”, Nazario Moreno, “El Chayo”, Servando Gómez, “La Tuta”, entre muchos otros.
Puede interpretarse como algo positivo, pero lo cierto es que el Michoacán violento sigue pesando, y no es precisamente lo que esperaba la ciudadanía. En los discursos la estrategia anti crimen fue algo victorioso, en los hechos no tanto. Desde las entrañas del propio PRI señalan que debe de cambiarse una vez más la estrategia.
Las últimas semanas han sido complicadas en Michoacán, algo nuevo tiene que proponerse porque se esperaban resultados más contundentes, pero hay que admitir que el problema no es nada sencillo y que seguramente llevará tiempo resolverlo, pero la sociedad quiere ver resultados, eso sí.