Libros de ayer y hoy
Irán: del petróleo a la opción nuclear con China y Rusia
El otro punto clave que ayuda a entender la crisis EE. UU.-Irán se localiza en el tema nuclear: la Casa Blanca se ha opuesto a que Irán cumpla los acuerdos multilaterales sobre control nuclear de 2015, porque el gobierno de Teherán quiere tener una bomba atómica y con ello romper el precario equilibrio posnuclear después del desmoronamiento de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría nuclear.
El presidente Obama hizo firmar a Irán un acuerdo, pero Teherán se la ha pasado violándolo. En su campaña presidencial Donald Trump puso el bloqueo nuclear de Irán en el centro de su discurso y en 2018 rompió el acuerdo y le impuso sanciones severas a Irán para frenar sus avances nucleares. La lógica es simple: Trump cree que si Irán tiene la bomba atómica la podría usar contra los EE. UU.
Si bien el ataque contra el general Soleimani se justificó por presuntos actos terroristas en preparación contra los EE. UU. en territorio estadunidense, siempre ha existido el temor nuclear como trasfondo. Los misiles de respuestas de Irán e Irak a posiciones estadunidenses en Irak esta semana fueron indicios de la capacidad de guerra del eje Irán-Irak contra los EE. UU. y en ellos de nueva cuenta el miedo nuclear.
En mayo del año pasado los EE. UU. y la Unión Europea impusieron sanciones a Irán, luego de que el régimen de Teherán había anunciado disminuir los compromisos firmados con Obama en el acuerdo nuclear. El presidente Trump firmó una orden ejecutiva para esas sanciones. Estos hechos se localizan como escenario del conflicto actual Washington-Teherán. El acuerdo nuclear fue firmado en 2015, con el patrocinio de Obama, y también lo suscribieron China, Rusia, Francia, Alemania y Gran Bretaña. China y Rusia han jugado al ajedrez con el avance nuclear de Irán porque los dos dependen del petróleo iraní. Y Francia, Alemania y Gran Bretaña tienen el temor de que Europa de nueva cuenta sea el territorio de una nueva guerra ahora nuclear.
Ese acuerdo contra Irán tuvo cinco puntos: controlar el enriquecimiento de uranio, limitar la salida de plutonio, actividades nucleares clandestinas de Irán, control de reservas de uranio enriquecido en Irán suficientes para crear hasta diez bombas nucleares y usar las sanciones para que Irán se concentrara en una economía no militar.
En 2018 y 2019 la Casa Blanca ha impuesto fuertes sanciones a Irán para obligarlo a frenar su carrera nuclear, pero el gobierno de Teherán insiste en hacer sacrificios. La gran alianza de Irán es con China, su principal cliente en venta de petróleo a espaldas de los EE. UU. En este sentido, los ataques contra Irán estarían afectando a China, a su juego estratégico y a su economía por la disminución de petróleo iraní. El rebote chino beneficia a Trump.
En este contexto, el ataque contra el general Soleimani podría haber sido un mensaje lateral respecto a la carrera nuclear de Irán, sobre todo por la capacidad de resistencia del gobierno iraní a las sanciones comerciales y económicas. Sería, por así decirlo, una medida extrema. La respuesta iraní con misiles en Irán e Irak contra posiciones estadunidenses alarmó a la Unión Europea y la moverá contra Irán con mayores castigos diplomáticos y económicos.
Los medios estadunidenses y la comunidad liberal demócrata que está enjuiciando a Trump en el Congreso tratan de alejar la amenaza nuclear iraní de la agenda de discusiones y analizan el ataque contra el general Soleimani sólo como un asunto electoral. Pero de manera inevitable el tema nuclear de Irán ya se metió de lleno en la campaña electoral, en momentos en que los demócratas querían solamente centrar las elecciones en el caso ucraniano que se juzga en el congreso y en el voluntarismo explosivo del presidente Trump.
El problema para los EE. UU. radica en el hecho de que la agenda nuclear de Irán asume también los intereses antiestadunidenses de China y Rusia que ya Trump involucró en la campaña. Ninguno de los aspirantes demócratas tiene mucha idea de la política exterior nuclear de los EE. UU., en tanto que Trump cuenta con la enorme caja de resonancia de la Casa Blanca y las decisiones ejecutivas.
De ahí la importancia de alejar la crisis en Irán de los voluntarismos y llegarlos al tablero de ajedrez nuclear mundial.
Napoleón canadiense. Los miembros de la 4-T son los primeros en ignorar que uno de sus planteamientos es el de la ética: no llegar al poder y seguir igual. El líder sindical minero Napoleón Gómez Urrutia se acaba de meter en un problema legal que podría llevar a su destitución: usar pasaporte canadiense a pesar de la prohibición expresa de la Constitución. Lo de menos es el silencio de Morena. Los morenistas deben actuar con ética… o seguir siendo priístas de la 3T.
Política para dummies: La política es el lado oscuro del poder.
http://indicadorpolitico.mx
[email protected]
@carlosramirezh