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3.- Ruptura en bloque hegemónico
El sistema político posrevolucionario-priísta ha tenido cuatro bloques hegemónicos dominantes: los militares 1920-1946, los abogados 1946-1982, los economistas neoliberales 1983-2018 y los políticos populistas 1997-2024.
El bloque hegemónico populista representó una ruptura en el PRI en 1987-1997 y se configuró alrededor de tres figuras representativas de la recuperación del enfoque social del sistema/régimen/Estado priísta: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, los pilares fundadores del PRD en 1989 como aparato político de la hegemonía para la alternancia.
Cárdenas fue tres veces candidato presidencial (1998, 1994 y 2000), Muñoz Ledo perdió la lealtad y en el 2000 se inscribió como candidato presidencial del PARM y luego declinó a favor del candidato panista Vicente Fox Quesada y López Obrador se saltó la línea sucesoria y se impuso candidato presidencial por el PRD en 2006 y 2012, rompiendo con Cárdenas y propiciando la primera fractura en la hegemonía al fundar su propio partido para ganar la presidencia en 2018. Cárdenas se marginó de la hegemonía, pero sin romper.
La hegemonía populista pudo construir un frente político con la alianza de partidos pequeños, pero sobre todo con el apoyo directo e indirecto de los liderazgos políticos del centro-derecha progresista que nacieron al calor del colapso interno del PRI en 1987-1988 y crearon una alianza democratizadora en el periodo político de 1994-2000. Los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto cooptaron ese alineamiento conservador-democratizador. La tendencia victoriosa de la candidatura de López Obrador desde 2014 conjuntó –que no unió– al bloque hegemónico cardenista –ya sin Cárdenas– con los liderazgos que pugnaron por la democratización desde 1994.
Este escenario político de fortalecimiento del bloque hegemónico cardenista iba a ser la garantía de la continuidad más allá del 2024. Sin embargo, el presidente López Obrador se alejó de partes importantes del bloque hegemónico y con ello debilitó su base plural.
Los indicios de fractura en el bloque hegemónico populista han comenzado a presentarse ya como elementos de realineamiento político-electoral: la severa crítica de Cárdenas en la Feria del Libro de Guadalajara al proyecto de López Obrador fue de ruptura, Muñoz Ledo también ya rompió su alianza con el presidente de la República y encabeza una rebelión mediática que ha sido asimilada por las redes antes lopezobradorista, la élite conservadora-progresista que ondea la bandera de la democracia también planteó un distanciamiento irreconciliable con el grupo en el gobierno y los medios de comunicación que convirtieron la crítica al régimen priísta en un discurso que consolidó la imagen de López Obrador como figura confiable a la presidencia han sido víctimas de las acusaciones cotidianas presidenciales de responder a intereses neoliberales del viejo régimen.
La clave del relevo de bases y élite en la estructura de gobierno se localiza en la existencia de un bloque hegemónico de dirigencias que apabullaron al PRI y al PAN en el periodo 2016-2019. El proyecto político del presidente López Obrador pasó del bloque hegemónico populista a una presidencia unitaria, provocado que importantes corrientes de la hegemonía populista saltaran a movilizaciones autónomas que están debilitando la base electoral de Morena.
Las facciones disidentes del bloque hegemónico populista tendrán muchas dificultades para construir un nuevo bloque opositor por la ausencia de algún liderazgo confiable como candidato presidencial. Sin embargo, esas corrientes tienen muchas posibilidades para restarle votos al candidato del bloque dominante lopezobradorista y disminuir la mayoría absoluta de Morena en la presidencia de la república y en las dos cámaras.
Los principales precandidatos lopezobradoristas a la presidencia carecen de la autoridad y el dominio político del presidente saliente y su principal desafío será construir un bloque político con redistribución interna del poder y luego negociar con las facciones disidentes del bloque hegemónico populista de 1987-2000. La parte más complicada estará en la negociación con las facciones conservadoras-democratizadoras del centro-derecha que han sido repudiadas por el presidente López Obrador.
Los avisos de Cárdenas, Muñoz Ledo y Creel pudieran ser el indicio de la construcción de una nueva hegemonía opositora contra el candidato oficial escogido por el presidente López Obrador.
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