Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
No es novedad que la jauría de idiotas de las redes haya convertido en el reino del maniqueísmo y la estupidez la tragedia del socavón.
No es nueva la campaña para demoler la confianza en el gobierno federal, sobre todo luego de éxitos como el del empleo y de reformas como la energética y la educativa.
Lo nuevo, en todo caso, es la facilidad con la que ciudadanos, periodistas e intelectuales compran el maniqueísmo y la estupidez que acompañan al escándalo de la tragedia del socavón.
Y es que si bien nada justifica las fallas técnicas que hicieron posible el socavón y si bien nada perdona el error criminal que hizo posible el accidente y luego la tragedia, también es cierto que una sociedad democrática no puede tolerar el maniqueísmo y la destrucción institucional a manos de una legión de idiotas a sueldo.
Sin duda que algo se hizo mal para que a tres meses de inaugurado el libramiento carretero se haya producido un socavón como el de la tragedia.
Sin duda que existen responsables en muchos niveles de gobierno y de las empresas privadas.
Pero tampoco hay duda de que hasta hoy nadie sabe quién es el responsable y por qué se produjo la tragedia; de quién o de quiénes fueron el o los errores que provocaron la tragedia y menos si se trató de una deficiencia técnica, estructural, un error de cálculo, de planeación, de presupuesto y/o de corrupción.
Lo que hoy se conoce son los resultados: una deficiencia en la carretera que provocó un accidente y la tragedia.
Sin embargo, las babeantes fieras de la jauría de idiotas y no pocos periodistas ya encontraron un culpable, ya juzgaron, rindieron su veredicto y hasta establecieron una sentencia.
“¡Que renuncie Peña!”, gritan desde el coliseo romano de las redes.
“¡Que renuncie Ruiz Esparza!”, corean otros desde la comodidad de sus celulares, convertidos en revelación de los misterios del mundo.
Y es que hoy toda la babeante jauría de idiotas se creen ingenieros civiles, capaces de entender y explicar que el socavón se produjo porque Peña Nieto quiso desviar la atención por la llegada a México de Javier Duarte y porque el secretario Ruiz Esparza fue el operador de esa decisión engañabobos. ¡Maniqueos sin freno!
Lo cierto es que nadie quiere ver y menos entender que antes de hacer un juicio y pedir la renuncia de nadie, el sentido común, el sentido jurídico y el sentido periodístico ordenan realizar una investigación cuidadosa, con estándares científicos, para conocer el origen del error, la falla técnica y, por tanto, la responsabilidad humana. Hasta entonces se podrán fincar las responsabilidades respectivas.
Y hasta entonces se podrá saber si son culpables los responsables de la obra, los supervisores, el municipio, el gobierno estatal, la SCT, Hacienda y otras instancias que tenían que ver con la obra, la construcción, la supervisión y la autorización final para ponerla en marcha.
Pero el colmo del maniqueísmo y la estupidez de la legión de idiotas y de no pocos periodistas y analistas es que con sus reacciones y declaraciones exhiben su ignorancia elemental del papel del Estado y sus respectivas jerarquías y responsabilidades.
Quisieran ver a Peña Nieto, al titular de Comunicaciones, Ruiz Esparza, y a todos los servidores públicos involucrados, igual que a los dueños de las empresas constructoras, enfundados en overol, con botas industriales, casco y con la pala en la mano, supervisando la obra.
La estupidez no les da a esos ciudadanos, periodistas y opinantes para entender que no es responsabilidad presidencial y tampoco del titular de la SCT supervisar las obras.
Para eso existen subsecretarios, expertos en supervisión, científicos y técnicos, empresas contratadas para verificar las obras y el control de calidad.
La idiotez de la legión y la estupidez de los maniqueos de los medios lleva a suponer que Peña Nieto y Ruiz Esparza hoy son ingenieros civiles para supervisar el libramiento carretero, mañana son expertos en armas para acabar con la inseguridad y pasado mañana son médicos para entender por qué amputaron las ideas a los periodistas espiados.
Peña Nieto y Ruiz Esparza tienen, sin duda, una responsabilidad política, en tanto Ejecutivo Federal y cabeza del sector comunicaciones. Pero no pueden hacer el trabajo de ingenieros y tener la responsabilidad de los técnicos. Suponer que el Presidente y sus colaboradores deben estar al frente de las cuadrillas de albañiles, de policías y hacer de pilmamas de periodistas no es más que otra muestra del periodismo ratonero y militante.
Por eso, a la legión de idiotas y a los necios del periodismo les regalamos un cariñoso “no mamen”.
Al tiempo.