Escepticismo ante los Brad Pitt/Salvador Guerrero Chiprés
Tláhuac: ¡fue el Estado!
No es curioso, sino de risa loca, el silencio por más de una semana del dueño de Morena, de su claque y hasta de su prensa militante, sobre la gravedad de los crímenes en el territorio “morenista” de Tláhuac.
Ayer, AMLO solo atinó a decir que se trata de guerra sucia contra Morena. Nada explicó de sus nexos con el narco y tampoco por qué impuso al motejado como narcodelegado.
Y es que los días que siguieron a la caída de El Ojos, Morena, sus gerentes y sus brazos mediáticos bajaron el perfil del hecho hasta casi el silencio.
Hasta el cuarto día apareció el “control de daños”. Salió de su “agujero” el jefe delegacional: Rigoberto Salgado abarató las entrevistas en medios. Ridículo, dijo que es ciego, sordo y de “entendederas” cortas.
¿Por qué? Porque nunca vio nada de lo que pasaba en Tláhuac, nunca escuchó nada y tampoco entendió nada. Es decir, Tláhuac es “gobernada” por un incapacitado de sus facultades básicas.
Todo a pesar de que en Tláhuac se repite -como una calca- la tragedia de Iguala, donde el alcalde impuesto por AMLO y donde un gobierno estatal solapado por el dueño de Morena fueron responsables del crimen de los 43 de Ayotzinapa.
En Tláhuac, como saben, AMLO impuso como jefe delegacional a Rigoberto Salgado quien, junto con sus hermanos -según todas las evidencias periodísticas-, es jefe del brazo político del narcomenudeo que, a su vez, jefaturaba Felipe de Jesús Pérez, motejado como El Ojos, abatido por policías y marinos.
A la vez -según investigaciones periodísticas-, El Ojos sería presunto autor material de la desaparición de 68 jóvenes mototaxistas a quienes nadie más ha visto desde que se negaron a colaborar él.
Lo curioso -a pesar de la similitud de los casos- es que en Tláhuac no se escucha la “cantaleta” de que “fue el Estado”, a pesar de que el jefe delegacional de Tláhuac es parte de la instituciones del Estado, institución que, al mismo tiempo, autoriza y regula los llamados mototaxis y al comercio ambulante, que son la base social del grupo criminal de El Ojos.
Por eso las preguntas. ¿Dónde están las voces de aquellos “morenistas” que han convertido el crimen de los 43 en causa político-electoral? ¿Por qué los que reclaman la solución al crimen de los 43 no exigen con igual vehemencia se investigue la presunta desaparición de 68 mototaxistas de Tláhuac?
Pero las curiosidades no terminan ahí. Es sintomático que gerentes de Morena y su propietario, AMLO, recurran a la vieja consigna salinista del valemadrismo.
Y es que para AMLO y sus leales -y para su prensa militante- el tema Tláhuac es respondido con el clásico “ni los veo ni los oigo”, acuñado por “el jefe de la mafia en el poder” Carlos Salinas.
Pero más allá de similitudes entre Iguala y Tláhuac; de evidencias periodísticas que convierten a Morena en “Movimiento de Renovación del Narcotráfico” y más allá de un largo silencio de Obrador, lo cierto es que el caso Tláhuac -en general- y la supuesta desaparición de 68 jóvenes -en particular- merecen una profunda investigación de autoridades de la CdMx, de la Asamblea Legislativa, del Congreso de la Unión y, sobre todo, del gobierno federal.
Nadie duda de la investigación periodística, de las evidencias sobre los vínculos del crimen organizado y del narcotráfico con Morena. Sin embargo, la última palabra, la investigación puntual y la sanción de los presuntos responsables, no es trabajo de periodistas, sino de la autoridad.
A su vez, el dueño de Morena y sus gerentes deben explicar las razones para solapar a un presunto criminal y un crimen de Estado cometido en Tláhuac.
Si hacemos memoria, fue unánime el reclamo -por parte de los mismos que hoy guardan silencio- para exigir la renuncia de Gerardo Ruiz Esparza, titular de Comunicaciones y Transportes, por el socavón.
Hoy, ante un crimen como el de Tláhuac, el dueño de Morena tiene una responsabilidad política igual de grave que la de Ruiz Esparza. ¿Por qué?
Porque Morena también es parte de las instituciones del Estado -vive del dinero público- y también debe rendir cuentas de sus actos. ¿Por qué Morena impuso en Tláhuac a un incapacitado mental -ciego, sordo e idiota- que, igual que su partido, debe ser sancionado por sus omisiones?
La crítica periodística y la exigencia ciudadana no pueden ser selectivas. Si se exige a unos, se debe exigir a los otros, porque en los dos casos están involucradas responsabilidades e instituciones del Estado.
Por lo pronto, la “rueda de molino” de Morena ya se encamina a tratar de culpar a Miguel Mancera por el caso Tláhuac, igual que esa misma “rueda de molino” culpó a Peña Nieto del crimen de los 43 de Iguala.
El maniqueísmo engañabobos. ¡Fue el Estado…! ¡Ni los veo ni los oigo!
Al tiempo.