Libros de ayer y hoy
LOZOYA, ¡CANDIDATO PRESIDENCIAL!
Seguro a la mayoría les parecerá descabellado el título –la cabeza, según la jerga periodísticas–, de la presente entrega del Itinerario Político.
Y es que igual de descabellada es la razón que llevó a la brasileña Odebrecht a “considerar” a Emilio Lozoya para sus misiles de corrupción.
¿Por qué?
Porque según la punta de la madeja, la firma brasileña habría sobornado a Lozoya porque el ex director de Pemex estaba destinado “a ser candidato presidencial” del PRI en 2018.
Sí, por increíble que parezca, Odebrecht imaginó, creyó e “invirtió” en una tontería como la que supone que Lozoya sería presidente de México.
Por eso la pregunta. ¿Quién informó a Odebrecht tal idiotez? ¿Qué clase de idiotas decidían las “inversiones” de Odebrecht en México?
Quedas claro que los sobornadores partieron de una premisa no solo falsas, sino idiota. ¿Por qué?
Porque Lozoya no solo carecía de la más elemental oportunidad de ser presidente, sino que a mediados de la actual gestión federal dejó de ser parte del primer círculo, al grado que fue despedido.
Por eso, se puede concluir que los operadores financieros de Odebrecht son idiotas o que la prensa mexicana gusta de comer “carne podrida”, como identificaba el viejo periodismo a la información falsa.
Y es que involucrar a Lozoya en supuestos sobornos de Odebrecht carece no sólo de sentido común y sentido político; carece de sentido de inversión.
¿Qué clase de empresa que no entienden los básicos de la sucesión presidencial mexicana, deciden “invertir” en sobornos millonarios que más bien parecen palos de ciego?
Lo cierto es que asistimos a otro ejemplo de esa larga campaña de descrédito del gobierno federal, para obtener raja política, con miras a la sucesión presidencial de 2018.
Por lo pronto, está claro que la “madriza” a Lozoya nadie se la quita. Por eso, el ex director de Pemex demandará por daño moral a quienes han inventado una historia que no se sostiene por ningún lado.
Pero también es cierto que a la prensa militante interesada en debilitar la imagen de Peña Nieto –que buscan es desacreditar a unos para favorecer a otros–, lo último que le importa es la verdad, las pruebas del supuesto soborno, y sólo tejen especulaciones sin que exista forma de probarlo.
Sin embargo, y a pesar de que no existe una sola prueba del supuesto soborno a Lozoya, pocos han reparado en el papel deplorable de la investigación periodística. Y es que lo importante no es que un testigo revele supuestos sobornos a un funcionario público. No, lo verdaderamente importante es indagar y exhibir las pruebas de los sobornos.
Y mientras la autoridad o los periodistas no sean capaces de exhibir las pruebas de la supuesta corrupción en el caso de Lozoya o en otro cualquiera –pruebas como los números de cuentas de los depósitos en un banco o la inversión de dicho soborno en tal o cual propiedad–, nadie puede decir que Lozoya o cualquier otro servidor público recibió un soborno.
El problema es que a la prensa aldeana –que gusta de ensuciar vidas y carreras para derribar a enemigos políticos–, lo menos que le importa es probar la verdad sobre los presuntos sobornos de Odebrecht, supuestamente entregados al ex director de Pemex. Lo que le importa es el descrédito y el debilitamiento de la imagen del gobierno de Peña Nieto.
Y si lo dudan, basta recordar que los mismos que hoy linchan a Lozoya, guardaron silencio en las primeras semanas de 2017, cuando se reveló que la misma Odebrecht sobornó a funcionarios del gobierno de Michoacán –en las administraciones de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy–, para la ampliación de la presa Francisco J. Mújica.
¿Alguien recuerda un solo comentario de la prensa militante que hoy crucifica a Lozoya? ¿Por qué el silencio en el caso Michoacán y por qué el escándalo en el caso Lozoya? La razón es clara. Porque existe una campaña contra el gobierno de Peña, en tiempos electorales.
Y si aún dudan de la parcialidad de esa prensa militante, los documentos de los sobornos a los gobiernos de Michoacán fueron difundidos por el expediente de la Fiscalía brasileña y que incluye documentos con detalles de transferencias bancarias realizadas a través de la empresa offshore Klienferld Services Limited que tiene su base en Antigua y Barbuda, en el Caribe.
De acuerdo con la documentación del caso, Odebrecht realizó transferencias electrónicas a funcionarios del gobierno de Michoacán, entre el 1 y el 5 de febrero de 2010 por 223 mil dólares y entre el 8 y el 12 de febrero de 2010, por 160 mil dólares.
En el caso Lozoya sólo se dice que la información de los presunto sobornos es “reservada” y nadie sabe si es real o inventada.
¿Quién miente?
Al tiempo