Libros de ayer y hoy
¡Crítica y doble moral…!
Un seguimiento periodístico elemental reveló que en la semana del 27 de noviembre al 3 de diciembre -días posteriores al destape del candidato presidencial de PRI-, más de 80 por ciento de los opinantes, analistas y comentaristas políticos cuestionó, con toda razón, “el dedazo” a favor de José Antonio Meade.
El saludable ejercicio critico cuestionó no solo el “agandalle” de Luis Videgaray -quien le arrebató el destape a Peña Nieto-, sino el señuelo del propio Presidente al llamar “despistados” a quienes creyeron el “destape” prematuro del canciller.
Sin embargo -como era normal-, la crítica se centró en la fea “liturgia” del viejo PRI y su recurrencia en la selección del candidato presidencial mediante “el dedo” del gran electoral, cuya decisión final, “el dedazo”, es el arranque y punto de partida de otra cuestionable práctica; “la bufalada”.
Es decir, que luego del “dedazo”, los búfalos de la política -expresión que identifica a lo más acabado de la antidemocracia- salen en tropel de quién sabe dónde y corren a adorar al elegido, al que le descubren impensables méritos y cualidades, y al que expresan lealtad a toda prueba.
Como saben, todo el boato que acompaña al destape del candidato presidencial del PRI es uno de los más acabados ejemplos de antidemocracia, a la que PAN y PRD dedicaron severas críticas por más de medio siglo, en el caso de los azules, y casi tres décadas, en el de los amarillos.
Sin embargo, por pura curiosidad repetimos el ejercicio periodístico de contabilizar y evaluar el sentido de la crítica de comentaristas, opinantes y analistas políticos, luego del grosero “dedazo” y “autodedazo” de Ricardo Anaya, como aspirante de la coalición PAN, PRD y MC y… el resultado fue sorprendente.
A más de la mitad de los severos críticos del “dedazo” del PRI prácticamente “les valió madre” el grosero “dedazo” de Anaya y algunos incluso vieron como positivo -y como parte de la negociación cupular- que PAN, PRD y MC hayan copiado las mismas prácticas que por medio siglo le cuestionaron al PRI.
Repentinamente los memoriosos críticos “del dedo” tricolor resultaron amnésicos ante “el dedo” de Ricardo Anaya y hasta hubo quienes aplaudieron la unanimidad para seleccionar al candidato del frente, a pesar de que en un reclamo elemental, Miguel Mancera puso el dedo en la llaga: “No competiré, porque no es un proceso democrático”.
Curiosamente, solo unos cuantos, no más de cinco especialistas, se tomaron la molestia de explicar a sus audiencias y lectores que el “dedazo” al que recurrieron PAN y la coalición con PRD y MC no solo era el fin de aquel PAN ejemplar por su democracia interna, sino una vulgar copia de la antidemocracia que criticaron los panistas por décadas al PRI.
Queda claro que existe una doble moral, tara oculta que hace que no pocos de los analistas e intelectuales mexicanos cuestionen las peores prácticas antidemocráticas de PRI, pero se les ve muy cómodos y hasta aplauden cuando esas desviaciones democráticas las cometen sus amigos, sus aliados o sus preferidos para alcanzar el poder.
Se exhibe de cuerpo completo la militancia oculta de buena parte de los opinadores mexicanos quienes gustan de ver la paja “del dedazo” en el PRI, pero no quieren ver “la viga del autodedazo” en el PAN de Anaya.
¿Por qué muchos se rasgaron las vestiduras por el antidemocrático “dedazo” de José Antonio Meade y al mismo tiempo aplauden el grosero “dedazo” de Ricardo Anaya? ¿Por qué la doble moral entre los críticos de la antidemocracia del PRI y el silencio cómplice frente a la muerte del PAN?
Pero esa es solo una parte de la ecuación. Los opinadores e intelectuales adictos al ex jefe del PAN también cierran los ojos a dislates monumentales de Ricardo Anaya -como acusar a Fox de no haber acabado con las estructuras del PRI- sin que esos “sesudos” hombres de ideas le aclare al señor Anaya que la lucha democrática no significa aniquilar al adversario.
Además, si Fox hubiese acabado con las prácticas del PRI, hoy Ricardo Anaya no habría llegado a donde ha llegado, gracias a toda la cultura y la práctica política del viejo PRI.
En pocas palabras, Ricardo Anaya muestra una peligrosa vena dictatorial y sus corifeos de intelecto -herederos de las taras antidemocráticas del PRI- no solo lo aplauden sino que olvidan que Fox tuvo a Santiago Creel y a Jorge Castañeda como secretarios de Gobernación y Relaciones Exteriores… y Creel y Castañeda son los colaboradores más cercanos a Ricardo Anaya; los que le soplan al oído.
La doble moral y la cultura de “¡que se haga la democracia, en los bueyes del compadre!”.
Al tiempo.