Los encapuchados de Chiapas y a seguridad interior en crisis
Ricardo Anaya-López Portillo
Todos los analistas serios coinciden en que la de Morena es la propuesta presidencial más cercana al viejo PRI, al de Ruiz Cortines, López Mateos, Miguel Alemán, Miguel de la Madrid y López Portillo.
Dicen y documentan que esa propuesta es el verdadero regreso del viejo PRI; vuelta a la cultura priista que, incluso, rechazó el actual partido tricolor con su candidato ciudadano José Antonio Meade.
Sin embargo, lo que pocos dicen es que la de Ricardo Anaya -de la alianza PAN, PRD y MC- es otra candidatura que nos lleva al pasado, al más puro estilo del viejo PRI. ¿Por qué?
Porque los tres partidos no solo tejieron una candidatura que es copia fiel del PRI de los tiempos de José López Portillo -con un candidato único-, sino que simularon una burda elección interna donde el único candidato era Anaya, motejado por tirios y troyanos como «Ricardo Anaya-López Portillo».
Y no, no se trata de una broma de mal gusto y menos una interpretación malalechosa. Lo cierto es que a la vista de todos están los hechos y los dichos de la elección de Anaya y de los propios panistas, que no guardaron siquiera las formas de una farsa que -a querer o no- marca el fin del PAN democrático, como lo conocimos en los últimos 60 años.
¿Lo dudan?
Como saben, el domingo el PAN eligió candidato presidencial mediante un proceso simulado, donde el único nombre en la boleta fue el de Anaya. Es decir, a causa de la autoimposición, los militantes azules no tenían más que al «pequeño dictador» como alternativa de voto.
Es decir, la ausencia de candidatos alternos en «la elección» del PAN es prueba y pecado -los dos al mismo tiempo- de que Anaya terminó con la democracia en el PAN, el partido que hace más de seis décadas nació para ser oposición al PRI populista y nada democrático del «Cardenismo».
Además -por si aún existen dudas-, en tanto dueño del PAN, Anaya se repartió puestos y posiciones -en una fea copia de las prácticas del viejo PRI que cuestionaron los azules, empezando por su fundador Gómez Morín- con sus aliados, Alejandra Barrales y Dante Delgado. Éste último llegó al extremo nada democrático de apartar para su persona la Secretaría de Gobernación.
En medio de ese espectáculo -y a pesar de que en la boleta para las elecciones internas del PAN solo apareció el nombre de Anaya-, el dirigente del PAN, Damián Zepeda, rechazó que la elección interna haya sido una simulación, pues dijo que 72 por ciento de la militancia votó por Anaya.
Además presumió la monumental simulación. Dijo que el PAN «es el único partido donde la militancia está eligiendo abiertamente a su candidato, no veo a Morena o al PRI haciendo lo mismo. Cualquier persona pudo registrarse, pero queda demostrado que hay un consenso de que la persona ideal es Ricardo Anaya».
Pero no fue todo. En medio de la incredulidad de tirios y troyanos, el jefe del PAN se jactó de una «participación histórica» con ciento por ciento de las casillas instaladas. Y es que, según dijo, se trató «de la participación más alta que haya tenido Acción Nacional para una elección interna presidencial en la historia moderna del partido».
Lo que no dijo es que se trata de un engaño, ya que el PAN cuenta con solo 281 mil 315 militantes, mucho menos que los 358 mil que tenían en 1999, menos que los 1.1 millones en 2006 y los 1.7 millones que había en 2012, antes que Ernesto Ruffo depurara la lista por indicación de Anaya.
Pero si de números se trata, resulta ridícula la participación de panistas en la elección de Anaya, por quien habrían votado solo un poco más de 180 mil militantes, mientras que Margarita Zavala recolectó poco más de un millón de firmas que simpatizan con su aspiración presidencial.
Es decir, a la señora Zavala la llevarán a la boleta presidencial seis veces más simpatizantes que a Anaya.
Por eso, y a del engaño y de la cachaza antidemocrática del PAN de hoy, vale preguntar: ¿puede considerarse que la militancia del PAN eligió «abiertamente» a su candidato presidencial, como dijo Damián Zepeda, cuando solo había una opción por la cual votar?
¿Acaso no existe conflicto de interés cuando ese único candidato fue quien ordenó la depuración del padrón encargado de elegirlo? ¿Por qué entonces Anaya cerró la afiliación de militantes del PAN, una vez que se apoderó del partido?
¿De verdad, es posible creer que la de Anaya no fue una contienda interna simulada?
José López Portillo compitió en el PRI y en la elección constitucional, literalmente solo, sin opositores. Hoy Anaya y el PAN copian la fórmula al PRI. Por eso motejan a su candidato como «Ricardo Anaya-López Portillo».
Al tiempo.