Libros de ayer y hoy
LA GUERRA CONTRA EL, NARCO; LAS MENTIRAS
Tiene razón el general secretario, Salvador Cienfuegos, cuando reclama –claro y contundente–, que tanto el Ejército, como la Marina, no tienen en la lucha contra al crimen y el narcotráfico su razón de ser.
También tiene razón el divisionario cuando exige al Congreso hacer su parte y dotar a militares y marinos de una legislación que les brinde protección y reglas claras, frente a una guerra desigual.
Y, de igual manera, le asiste la tiene razón al general secretario cuando señala a los tres órdenes de gobierno y a los Tres Poderes de la Unión, para que hagan lo que les toca en la lucha contra el crimen y el narcotráfico.
Y es que sean alcaldes, gobernadores, jueces y ministros, todos están lejos de cumplir su parte en la lucha contra el crimen.
Y si los tres órdenes de gobierno y los Poderes de la Unión no hacen lo que les corresponde, resultan inútiles el trabajo de militares, marinos y las vidas perdidas de soldados y marinos.
Ello, sin contar con la brutal impunidad que producen la indolencia, corrupción y la complicidad de alcaldes, gobernadores, jueces y ministros.
De igual manera –y para que nadie se equivoque–, es cierto que el llamado del general Cienfuegos contó con el aval de Enrique Peña Nieto. Y es que, por si no lo saben, el presidente es jefe de las Fuerzas Armadas. Es decir, el general Cienfuegos no se manda solo.
Y también es cierto que existe mala fe y hasta encono contra militares y marinos, por parte de políticos y grupos sociales interesados en la sucesión presidencial.
Resulta que, con fines político electorales, no pocos opositores suelen colocar a militares y marinos como “los malos de la película”; como los bárbaros que violan derechos humanos de “¡los pobres criminales!”. Todo eso se hace con fines político electorales y para desacreditar a los gobernantes en turno.
Y justo sobre el descrédito electorero, una de las grandes mentiras que manos y voces e interesadas pretenden hacer creer, es la que tiene que ver con el arranque de “la guerra” contra el crimen y, en especial, contra el narcotráfico.
Dicen los precandidatos presidenciales que temen a Margarita Zavala –y que cada vez son más–, que el presidente Calderón sacó al Ejército y la Marina de los cuarteles y que es “culpa de Calderón” el fracaso de la lucha contra las bandas y los barones de las drogas.
La falsedad, el engaño y la mentira son tales que cuesta trabajo creer que la sociedad se trague tamaño tipo de patrañas. ¿Por qué?
Porque en décadas, investigadores de distintas universidades han documentado que desde 1966 empezó la lucha del Estado contra el crimen y las bandas del narcotráfico.
En Sinaloa, la llamada Operación Cóndor arrancó en 1977. Así inició la guerra de gobiernos del PRI, contra el narcotráfico. Es decir, los militares fueron sacados de los cuarteles hace por lo menos 40 años, en los gobiernos de Díaz Ordaz, Luis Echeverría y López Portillo, para combatir el narcotráfico en Sinaloa.
Dichos gobiernos pretendían destruir plantaciones de mariguana en alrededor de 70 mil kilómetros cuadrados en la sierra de Sinaloa, Durango y Chihuahua; zona que hoy es conocida como el Triángulo Dorado. En la operación también participaron agentes de la DEA, como Enrique Camarena, quien presuntamente fue asesinado por órdenes de Rafael Caro Quintero.
En ese territorio se producía 70% del total de las drogas que se originaban en el país y se pretendía mermar el poderío de grupos de la delincuencia organizada que se instalaron sobre todo en Sinaloa –grupos como el de Rafael Caro Quintero–, que rentaban tierras para cultivar mariguana y amapola y que tenían a su servicios verdaderos ejércitos de jornaleros para la producción.
En esa operación –y durante más de 12 años–, participaron más de 10 mil soldados y fue tal su envergadura que se le conoció como “la revolución chiquita”.
La intervención masiva de efectivos del Ejército mexicano –y muchos abusos de violación de derechos humanos–, provocaron el desplazamiento de miles de habitantes de la zona, quienes huyeron a otros estados.
¿Por qué razón, si desde hace casi 40 años, efectivos militares participan en la lucha contra el narcotráfico, hoy muchas voces señalan a Felipe Calderón como culpable de “la guerra contra el narcotráfico”?
La respuesta todos la saben. Porque son muchos los que le temen a Margarita Zavala; porque es más fácil inventar otra mentira contra Calderón y porque las voces interesadas y mentirosas creen que los ciudadanos son idiotas.
Al tiempo.