Libros de ayer y hoy
¡AMLO ESPÍA PEOR
QUE EL CISEN!
Por años se dijo perseguido por el CISEN.
Por esa razón, durante meses –en calidad de candidato presidencial–, dijo que en su gobierno los mexicanos todos y, en especial los políticos y los periodistas, no serías espiados más.
Sin embargo, ya como presidente, López Obrador se comporta peor que los espías del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, el CISEN.
¿Por qué?
Porque todos los días, en sus devaneos mañaneros, Obrador revela datos e información que presuntamente le reportan distintas dependencias y que suele utilizar para golpear, atacar, o como instrumento de venganza contra sus críticos y adversarios.
Y el caso más reciente lo vimos el pasado miércoles 17 de julio cuando dijo que un ex presidente mexicano –del que no reveló el nombre–, tenía cuentas pendientes con el SAT, ya que no había pagado sus impuestos.
¿A qué ex presidente se refería? ¿Por qué el “quemón” publico a un ex mandatario? ¿Por qué mensajes cifrados, advertencias o, de plano, venganzas al peor estilo de la política bananera y de chismorreo?
Acostumbrado a “lanzar la piedra y esconder la mano”, Obrador se negó a dar más elementos a pesar de que la alusión pareció clara a los ex presidentes panistas críticos de su gobierno, Vicente Fox y Felipe Calderón, respectivamente.
Por eso, primero Calderón y Luego Fox –cada uno por su parte–, negó una posible deuda con el SAT, institución que tampoco fue clara al respecto.
En el fondo, quedó claro que el presidente no sólo “lanza la piedra y esconde la mano”, sino que cuando acusa en realidad manda el mensaje de que en cualquier momento puede revelar información confidencial –por ejemplo–, sobre los ex presidentes.
Y es que para nadie es secreto que tanto Vicente Fox, como Felipe Calderón, son dos severos críticos del gobierno de Obrador. Peor aún, como saben, Calderón y Margarita Zavala emprenden con éxito la construcción de un nuevo partido, México Libre, que tiene seriamente preocupados a los estrategas presidenciales y del partido oficial.
Pero el espionaje que lleva a cabo la casa presidencial no se queda sólo en los ex mandatarios. En realidad los pinchazos telefónicos y/o las escuchas oficiales se extienden a todos aquellos que se oponen a los despropósitos presidenciales, sea desde los medios, la política o alguna instancia del poder.
Por ejemplo, distintos propietarios de medios –entre ellos el diario Reforma–, han sido avisados de presuntos problemas fiscales, como una manera de presión. Se les hace saber de hipotéticas investigaciones fiscales que podrían salir a la luz, para mantener lista “la guadaña” si es que “no se portan bien”.
Apenas ayer, por ejemplo, el presidente regañó a reporteros y directivos del semanario Proceso, porque supuestamente lo han tratado mal y porque, según el presidente, los medios deben ser amigos del poder.
El espionaje también se ha puesto en práctica contra jueces magistrados y ministros del Poder Judicial. De manera reiterada, el presidente acusa a juzgadores que han otorgado amparos contra el Aeropuerto de Santa Lucía. Dijo en distintos momentos que señalará a los jueces que, según AMLO, tuercen la justicia. Pero el fondo de la amenaza es que han sido espiados juzgadores a los que, en cualquier momento, se `podría exhibir hasta en su vida privada.
En Notimex, por ejemplo, la bajeza del espionaje llegó al extremo de meterse a la vida privada de periodistas y líderes sindicales y de exhibir de manera pública lo espiado. En la misma mañanera del pasado viernes, la señora Sanjuana Martínez dio santo y seña de supuestas amantes y queridas de reporteros y líderes sindicales.
A su vez, distintos líderes empresariales e importantes hombres de negocios también han sufrido espionaje oficial y se les hace saber que el gobierno cuenta con información, en prevención de que intenten salir del redil del control gubernamental.
Y, si aún lo dudan, basta recordar la lista de más de 30 periodistas a los que exhibió la propia casa presidencial, a quienes dizque regalaba dinero el gobierno de Peña Nieto. Esa lista fue elaborada mediante un espionaje ordenado por la oficina de Comunicación Social del presidente, para satanizar a los críticos del fallido gobierno de Obrador.
López Obrador es, en los hechos, el “fisgón oficial”.
Al tiempo.