Ráfaga
¡AMLO CAVA SU
PROPIA TUMBA!
Para cualquier observador del día a día de López Obrador, queda claro que la hostilidad social en torno al presidente es cada día peor.
Incluso se han dado casos en donde los “guaruras” presidenciales, vestidos de civil, han tenido que intervenir de manera violenta para retirar a la gente que encara e insulta al presidente.
Apenas en semanas recientes, por ejemplo, tanto en aeropuertos como al final de los eventos de fin de semana, el presidente fue perseguido, abucheado e insultado por grupos de personas que le exigen lo elemental; “¡cumpla lo que prometió!”.
Peor aún, en no pocas de esas persecuciones ciudadanas al presidente, el insulto creciente es el de “¡cacas!” –como muchos ya motejan a López–, en un evidente tono de burla.
Pero a la hostilidad callejera se debe agregar el creciente dispositivo de seguridad que militares, marinos y guardias nacionales deben preparar en torno al presidente, en sus giras de fin de semana.
Y es que más allá de la impostura de viajar en avión comercial, en los desplazamientos del presidente –de aeropuertos comerciales a los distintos eventos–, son cada vez más sofisticados los sistemas de seguridad, con más vehículos blindados, más militares, marinos y guardias.
Por ejemplo, en los recientes viajes presidenciales por Guanajuato, Jalisco y Sinaloa, el presidente ha sido escoltado por más de una decena de camionetas blindadas y por helicópteros de la Fuerza Aérea, en tanto que los espacios para los mítines son cuidadosamente convertidos en fortalezas, a las que nadie entra ni sale sin ser sometido a una minuciosa revisión.
Las premisas de que al presidente “lo cuida la gente” y de que “nunca utilizaría “guaruras””, hoy son otra de las mentiras oficiales, igual que la impostura de viajar en vuelos comerciales.
Y es que ya son muchas las evidencias –sobre todo videos–, que confirman que se trata de un grosero engaño a los ciudadanos.
¿Por qué?
Porque si bien el presidente se empeña en dar la imagen de austeridad viajando en línea comercial, todos sus colaboradores, secretarios de Estado y hasta ujieres se mueven en aviones oficiales. ¿Cuál es el ahorro?
El engaño, sin embargo, ha convertido a López Obrador en blanco de severas críticas por parte de usuarios del transporte aéreo, quienes ya no se contienen para gritarle al presidente el insulto favorito de muchos; “¡cacas!”.
Y viene la pregunta obligada.
¿Qué hay detrás del debilitamiento de la imagen del presidente mexicano, como para que incluso ya resulte riesgoso que camine por la calle sin todo un costoso aparato de seguridad?
La respuesta está a la vista de todos.
Resulta que López Obrador está cavando su propia tumba; tiró a la basura las simpatías que lo llevaron al poder, en julio de 2018.
Para empezar, su reciente desdén al reclamo femenino y feminista sobre la muerte de mujeres, la agresión y la amenaza creciente contra ese sector social, hizo florecer la más grande reacción social –sólo de mujeres–, de la historia.
Hoy, casi la mitad de los potenciales votantes mexicanos, las mujeres, están de lado de los críticos de AMLO. Y resulta no sólo un error, sino un suicidio –para cualquier político que entienda los básicos del diálogo con la sociedad–, colocar en el lugar del adversario a la mitad de la población.
Pero esa es apeas una parte del problema. En el sector público federal es creciente el enojo ciudadano porque de manera paulatina se han reducido los salarios, con el argumento de la austeridad.
Hoy, toda o casi toda la burocracia considera como su enemigo a López.
Pero existen sectores, como el de la salud, en donde el enojo es no sólo inocultable, sino incontenible. No hay médico, enfermera o trabajador de la salud, en general, que no insulte al presidente, por la quiebra del sector salud, en donde además también se han reducido los salarios.
¿Y qué decir de los millones de ciudadanos, de todos los estratos sociales, que por las tonterías presidenciales han sido privados de la salud de calidad, que es lo más valioso para todo ser humano?
Esos millones de afectados hoy son millones de enemigos de López Obrador, al que insultan, ofenden y culpan de la quiebra del sistema.
Tampoco es todo. El enojo alcanza a la ciencia y el intelecto. Primero, los recurrentes ataques a la autonomía universitaria prendieron los focos rojos entre muchos universitarios que votaron por AMLO, en tanto que la persecución de Estado contra el doctor Miguel Ángel Celis colocó en el bando de los críticos a buena parte de la comunidad científica mexicana.
Por eso no es exagerado decir que Obrador terminará con un mayor repudio social que Carlos Salinas. Y es que el presidente está cavando su propia tumba.
Al tiempo.