Feria del libro de Guadalajara
¡ARRANCA LA CARRERA
PRESIDENCIAL DEL 2024!
El calendario y los ciclos político-electorales no tienen tregua ni pausa.
Por eso, concluidas las llamadas “elecciones intermedias” sigue, de manera cronológica y política, el arranque de la carrera presidencial de 2024.
Es decir, que luego de las derrotas y las victorias en las urnas –entre partidos y grupos políticos–, “cronos” impone el arranque del diseño y la estrategia de lo que será la carrera rumbo a la elección presidencial por venir.
Y en ese imparable calendario político-electoral ya aparecieron las primeras víctimas que cobró la contienda del pasado 6 de junio y, en el extremo contrario, asoman los ganadores políticos.
Y curiosamente las primeras víctimas y los grandes ganadores –de manera simultánea–, son aquellos políticos y gobernantes que se habían anotado en la lista de aspirantes presidenciales.
Por eso, una vez que hablaron las urnas, se alza como uno de los grandes ganadores, Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México quien, sin estridencias, pero sin pausa, recuperó para su partido el Congreso local y la mayoría de los más importantes municipios del estado, además de que se instaló como el más aventajado priista rumbo a la presidencial del 2024.
Y en el otro extremo, luego de la contienda electoral “intermedia”, el partido Morena y el presidente López Obrador vieron derrumbarse no sólo la Línea 12 del Metro, sino las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal.
Y también, de nueva cuenta, aparece en el radar presidencial de 2024, Margarita Zavala, la fallida aspirante en 2018 y que, incansable, se convirtió en la diputada más votada de la contienda electoral del pasado 6 de junio.
Pero vamos por partes.
Si bien es cierto que el partido Morena, en su conjunto, es el gran ganador de la contienda –por el número de estados de la república que metió a sus alforjas–, también es verdad que Morena, su dueño y su proyecto vivieron el más severo revés en su breve historia.
¿Por qué?
Porque perdieron casi la mitad de los votos que en 2018 había logrado.
Porque Morena retrocedió de manera clara en la Cámara de Diputados.
Y, porque el voto abrumador contra Morena en las principales capitales y zonas conurbadas del país fue contra el mal gobierno de López y contra la decepción que ha significado su gestión fallida.
Por eso, a querer o no, la equivocada administración de Obrador ya cobró las primeras víctimas de su círculo más cercano, en donde presuntamente se encontraban los más potentes aspirantes a la sucesión.
Por ejemplo, la primera víctima indirecta del fracasado gobierno de López –y de su escandalosa corrupción–, como ya se dijo, fue el canciller Marcelo Ebrard, el principal culpable de la tragedia de la L-12 del Metro, en donde perdieron la vida 26 personas.
Muy pronto se darán a conocer los dictámenes de esa tragedia y la ola expansiva calcinará a casi toda la claque de López Obrador.
Y por eso obliga preguntar: ¿Quién, en su sano juicio, se atrevería a postular y/o a votar por un político “quemado” como Ebrard, quien además es señalado por la voz popular no sólo como culpable de la tragedia del Metro, sino de la escandalosa corrupción que persigue a esa obra?
Está claro que luego del derrumbe del Metro, se derrumbó el más aventajado de los presidenciables de AMLO. Y también por eso, el gobierno federal intentó un inmediato control de daños para no convertir esa tragedia en una derrota electoral.
Y si bien desde palacio se controló el daño en Tláhuac e Iztapalapa –gracias a sus aliados del crimen organizado–, lo cierto es que no fue suficiente y la derrota se extendió a la mitad de la capital del país.
Es decir, la alianza PRI, PAN y PRD recuperó la mayoría de alcaldías de valor político y económico de CDMX, lo que significó la mayor derrota del partido oficial, Morena, de la dizque izquierda, pero en especial de lo que fue su cuna y el principal bastión de AMLO.
Por consecuencia, la derrota en Ciudad de México derrumbó a “la consentida” de Palacio, Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno apaleada y repudiada por los electores.
¿Quién, con dos dedos de frente, se atrevería a convertir en aspirante presidencial y/o a votar por una gobernante claramente incapaz para gobernar?
Pero la derrota fue de tal magnitud en CDMX y su zona conurbada, que, a dos semanas de la elección, tanto López Obrador como Claudia Sheinbaum aún seguían acusando el enojo y la frustración, que los llevaron a difamar y calumniar a las clases medias –las mismas que los llevaron al poder–, y que ahora se atrevieron a lo impensable; a votar contra “el amado líder”.
Pero en política también se aplica la Tercera Ley de Newton y, por eso, a toda derrota en las urnas corresponde una victoria igual, entre los opositores.
Y es que también resulta incuestionable la victoria de la alianza opositora PRI, PAN y PRD, en buena parte del Estado de México.
En efecto, dicha alianza demostró que, con un buen gobierno, como el de Alfredo del Mazo y con buenos candidatos, es posible derrotar al tirano y a su partido, Morena.
Y esa silenciosa victoria del gobernador mexiquense ya lo coloca como el más aventajado aspirante presidencial del 2024, en su partido y en una potencial alianza PRI, PAN y PRD.
Pero tampoco es todo. Y es que un fenómeno que pocos han visto luego de la contienda electoral del 6 de junio es el alzamiento de las clases medias ilustradas, esas que desde 2006 y 2012 “amaron” a López Obrador y que hoy “le sacan ronchas” al presidente y a su claque; clase media que en 2024 puede ser, de nueva cuenta, la diferencia en la contienda presidencial
Y es que, si bien la dádiva clientelar de AMLO le ha garantizado una poderosa base electoral, que sumada a aliados estratégicos como el crimen organizado aún le dan victorias, también es cierto que la poderosa clase media pone y quita partidos y candidatos.
Nadie puede negar, por ejemplo, que la clase media de todo el país llevó a AMLO a Palacio. Pero esa misma clase media “le amarró las manos”; clase media que, con un buen candidato de unidad, podría sacar a AMLO a patadas de palacio, en 2021.
Sí, ya arrancó la carrera presidencial para el 2024.
Y en esa carrera, la clase media mexicana tiene todo para sacar de palacio al tirano López.
Al tiempo.