Ráfaga
Aquí lo dijimos en dos momentos.
Dijimos que la “Reforma Eléctrica” de López Obrador estaba viviendo sus estertores.
Hoy podemos asegurar que el presidente mexicano acudirá a la Reunión Trilateral de América del Norte, a los funerales de su “Reforma Eléctrica”, la cual fue condenada a muerte por los gobiernos de Estados Unidos y Canadá.
Peor aún, la docilidad mostrada por los diputados de Morena y sus aliados en San Lázaro –al no mover un solo punto al Presupuesto de Egresos 2022–, confirma que desde Palacio se reconoció la muerte de la también motejada “Ley Apagón”.
Y si aún tienen dudas, basta echarle una mirada a la impensable declaración presidencial que justifica la Reunión Trilateral.
En forma desusada, López elogió el Tratado Comercial de América del Norte y hasta dijo que era una prioridad.
Es decir, que nada justifica dañarlo y menos una ocurrencia como la defenestrada “Reforma Eléctrica”.
Pero vamos por partes.
En el Itinerario Político del 25 de octubre, titulado: “Reforma Eléctrica, condenada a morir”, aquí se dijo que en el escritorio de López Obrador “ya está la postura oficial de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá sobre la reforma eléctrica que el presidente mexicano propone al Congreso”.
Y se advirtió que “se trata de un rotundo “no” por parte de los socios comerciales de México, quienes amenazan incluso con una fuerte sanción internacional que dejaría sin efecto buena parte del T-MEC”.
Además, recordamos que la mejor muestra de que López entendió que su reforma “no transitará en el Congreso”, es que aceptó cambios a la reforma “siempre y cuando se mantenga la esencia de la iniciativa”.
Volvimos al tema el 3 de noviembre y dijimos que “es un hecho que la Reforma Eléctrica de AMLO será rechazada no sólo por el Congreso mexicano sino por el mundo”.
Y es que para entonces la comunidad internacional ya se había manifestado contra el severo retroceso que significa para el mundo entero la locuaz ocurrencia de López.
Y si lo dudan, el 11 de noviembre, la empresa española Siemens Gamesa, que invirtió 500 millones de pesos en el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, canceló los contratos de renta de tierras donde había instalado las torres eólicas.
Además anunció que no invertirá otros 600 millones de dólares en otro parque eólico en la misma región.
¿La razón de la cancelación?
Que la empresa considera inviable seguir en México, ante el riesgo de la Reforma Eléctrica y la cerrazón de la CFE, en manos del ineficiente Manuel Bartlett.
En el fondo se trata de un manotazo de presión al gobierno mexicano; llamada de atención que sin duda tendrá efecto esperado; la movilización de campesinos de la región que verán afectado su futuro y el de sus hijos.
Y es que una cosa es el discurso populista contra las energías limpias y contra los inversionistas extranjeros en energía, y otra muy distinta la realidad que viven miles de mexicanos que se habían beneficiado de la llegada de empresas como al española Siemens.
Lo mismo ocurre con el Encuentro Trilateral y el apoyo al T-MEC, que por décadas fueron satanizados por el exitoso líder social motejado como AMLO, sobre todo porque el TLC había sido una de las obras cumbre del gobierno de Carlos Salinas.
Sin embargo, los años y el poder confirmaron que el rechazo al TLC y al comercio global por parte de López –y de su claque de aduladores–, no era más que parte de la propaganda “engañabobos” de una oposición que, al final de cuentas, terminó por aplaudir no sólo el TLC sino los tratados comerciales de México con todo el mundo.
En efecto, resulta que rumbo al Encuentro Trilateral de Jefes de Estado, el mandatario mexicano no sólo elogio el T-MEC –al que consideró como la panacea para México y los mexicanos–, sino que alardeó que su gobierno buscará tratados comerciales con todo el mundo.
Lo que López no sabe es que el presidente Zedillo ya hizo ese trabajo y que colocó a México como uno de los países con más tratados comerciales del orbe.
Sin embargo, lo que Obrador sí sabe pero se niega a reconocer, es que en el Encuentro Trilateral también acudirá al funeral de su locuaz “Reforma Eléctrica”.
Y es que López Obrador puede ser el más delirante de los populistas de su tiempo, pero también es cierto que “no come lumbre”.
Al tiempo.