Desde el Cuarto de Guerra
En el complicado tablero político, los partidos políticos, especialmente Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), han dejado escapar una oportunidad dorada de acercarse a la sociedad de cara a las elecciones del 2 de junio.
Al designar a sus líderes y allegados en los primeros puestos de las listas de representación proporcional, han cerrado las puertas a nuevos líderes civiles que podrían revitalizar la escena política y renovar la deteriorada imagen de los partidos.
En Acción Nacional, la posición uno para el Senado de la República quedó reservada para el Presidente Nacional, Marko Cortes Mendoza; en tanto la misma posición en el PRI está destinada para Alejandro “Alito” Moreno; y para no desentonar, muy seguramente la misma posición en el PRD será para algunos los llamados “Chuchos”, Jesús Zambrano Grijalva o Jesús Ortega Martinez.
Por estas acciones ya suenan los tambores de guerra al interior de los partidos de oposición. En el PRD, Silvano Aureoles Conejo y el senador Miguel Ángel Mancera, exgobernador de Michoacán y exjefe de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), respectivamente, ya se pronunciaron en contra del agandalle de las candidaturas plurinominales nacionales y congresos estatales. En Michoacán, Aureoles Conejo arremetió pidiendo la renuncia de sus dirigentes nacional y estala, toda vez que movilizó a sus simpatizantes para tomar por asalto las instalaciones de su Comité Ejecutivo Estatal.
La rebelión de las militancias y nuevos actores de los partidos políticos seguirá emergiendo conforme se anuncien las candidaturas a diputados y presidentes municipales.
En el caso de Tlaxcala ya hay señales, aunque aún no se diga nada, de que los partidos estatales seguirán por la misma ruta que sus dirigentes nacionales. Tal es el caso del PAN, que ya reservó la primer diputación plurinominal para la presidenta del Comité Estatal, Miriam Martínez Sánchez, y en el caso del PRI, Anabell Ávalos Zempoalteca, mandó al garete la Presidencia Estatal para buscar el Senado de la República.
Los partidos del frente opositor PAN, PRI y PRD parecen ignorar por completo a Xóchitl Gálvez Ruiz, candidata presidencial. Su voracidad por abrazar sin tapujos las posiciones plurinominales sobre las de mayoría relativa no solo desestima a Gálvez, sino que clava una daga en el corazón de la democracia misma. Esta práctica nociva envía una señal desfavorable al electorado, fortaleciendo la narrativa de que la partidocracia persiste, concentrando el poder en unos pocos en detrimento de la participación ciudadana y la vitalidad democrática.
En este contexto la pregunta es obligada: ¿estamos destinados a seguir bailando al ritmo de la partidocracia o hay esperanza de cambio?