Poder y dinero
La justicia se está volviendo una suerte de voluntades. De ninguna forma queremos regatear los esfuerzos desplegados para encontrar a los responsables del atentado contra el Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, al contrario, es digno de reconocer y envidiarlos. Todos los ciudadanos deberíamos encontrar en nuestras autoridades, ese nivel de eficiencia.
Al terminar ese fatídico día, ya habían aprehendido a 19 implicados, 12 habían caído de manera inmediata. Horas después se detuvo al autor intelectual del atentado. En imágenes más recientes, se ven entrando al Reclusorio, donde seguramente serán condenados.
La primera reflexión que me provocó, estas rápidas acciones, fue que cuando existe voluntad y capacidad, la justicia marcha sin obstáculos. Seríamos un país tan diferente, si la respuesta de las instituciones fuera tan pronta para aplicar la ley.
La segunda reflexión me remite a un hecho que cimbró al país, y es que, en 12 horas, como nos recordó mi primo Julián LeBarón, no llegó ayuda de las autoridades estatales al escenario donde fue acribillada mi familia. 12 horas de caos y miedo, donde estaban solos, sin saber si podrían ser víctimas de otro ataque, sin conocer la magnitud de los asesinatos, una familia sintiéndose extraños en lo que siempre había sido su hogar, sintiendo cada minuto como agujas de dolor.
A la distancia sabemos que las cenizas que sostenía mi tío Adrián LeBarón, de su hija y nietos, volarían a todo México para despertar la conciencia de que todos, en ciertas circunstancias, estamos vulnerables.
Quiero dejar en claro que celebro la celeridad con la cual se respondió al atentado del Secretario. Este mismo modelo de acción debería de aplicarse en todos los estados y, sobre todo, este tipo de justicia tendría que servir tanto para el alto funcionario, como para el obrero o campesino.
Estoy convencido que uno de los trabajos más nobles e inspiradores debe ser el de procurar la integridad de las personas, el de salvaguardar sus bienes y pertenencias, el de vigilar que las reglas para una sana convivencia se apliquen a cabalidad, cuidar de la libertad y vida de los ciudadanos; pero también es de los más peligrosos, porque el bienestar de algunos, para otros representa dinero fácil. Para quienes viven del despojo y dolor ajeno, la figura de la ley, es un enemigo que corta su ruta de subsistencia.
Así que combatir al crimen debe escalar y no depender de una variable de valentía. Deben existir claros parámetros para proteger al impartidor de justicia, al juez, al trabajador, al comerciante, a todos los que mueven al país, y el Estado debería estar preparado. En muchas ocasiones hemos hablado de la vulnerabilidad de las policías locales, por lo que declaraciones como la de Claudia Sheinbaum sobre que “Estamos formando a la mejor policía del país”, nos parecían alejadas de la realidad, sin embargo, su nivel de eficiencia nos dejó gratamente asombrados.
Así que no caigamos en la lógica del cangrejo, no caminemos para atrás. Que este caso sea la vara para medir a todos, y se convierta en el reloj que nos señale cuando estén en falta.
No sólo hablo de los casi 9 meses en los que ha avanzado lento el caso de mi familia; también hablo por los cientos de miles de casos que existen en todo el país. Ayer por la tarde fueron asesinados en Chilapa, Guerrero, familiares de la síndica procuradora, entre ellos una niña de 10 años ¿qué pudo haber hecho como para merecer una muerte tan inhumana? Cortaron toda una historia de vida. Pues entre todos los mexicanos digámosle a las autoridades: “tu tiempo está corriendo, queremos respuestas y castigos a los responsables”
De igual manera podemos hablar de los sucesos de Caborca, Sonora, de hace una semana, donde cuerpos tirados en la carretera, nos hablan de la más cruel violencia que padecemos; o los ejecutados de Oaxaca; lastimosamente, la actualización del caso del Marro es que soltaron a su mamá por lagunas que permite la ley.
La lección que nos deja Harfuch es que sí es posible tener justicia de forma pronta y eficiente. Pero la voluntad influye, entonces vamos a unirnos como mexicanos para sostener el cronometro de la historia y exigir rendición de cuentas, cuando el tiempo también se convierta en victimario.