Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
PRECANDIDATOS, EL HUMO NEGRO Y LO ESPACIOS PÚBLICOS
¿Que ha hecho José Antonio Meade por el país en 30 años de burocracia? Destaparlo unos días después de que lo había hecho Luis Videgaray, le causó al señor Enrique Peña Nieto mucha especulación. Es cierto que él apeló a varias consideraciones personales, entre otras la fecha -27 de noviembre-, de su afiliación al PRI y de su matrimonio con la señora Angélica Rivera, pero se vio fuera de tono mezclar cosas personales con el destino del país. Poner en la palestra a un personaje como el ex secretario de Hacienda en un acto público, de gobierno, para encauzar una candidatura partidista, evidencia cual será el rostro del proceso electoral. La ciudadanía sale sobrando y los otros partidos también. Se usa el poder y sus espacios, solo para el partido oficial. Pronto la alharaca de plumíferos evidenció que muchos quedaron prendidos en el pasado y que el hundimiento que vive el país no los conmueve. Aunque se disfrace y a lo mejor se usa sin piedad a algún militante para despistar, está claro que el candidato priísta para el 2018 será el señor Meade. La famosa asamblea del 18 de febrero se convertirá solo en un señuelo de democracia que nadie creerá. Por otro lado, la pregunta que se hacen muchos ciudadanos es sobre la aportación del precandidato, -que ha participado en tres sexenios y cinco secretarías -, en el rescate del país. En un gabinete nadie puede eludir su responsabilidad y siempre existe la posición crítica, el aporte con ideas de cambio, las sugerencias a los actos de gobierno. El señor Meade debió conocer realmente la debacle petrolera, la extrema situación de la inseguridad y las críticas al régimen acerca del uso del ejército en las calles. Si todos estamos enterados, él debe saber y conocer a fondo el caso Odebrecht, la negación de justicia a los padres de los 43 de Ayotzinapa, la crisis priista de credibilidad por los muchos ex gobernadores procesados y sobre todo conocer a fondo la situación casi impagable de la deuda externa. Con solo estos ejemplos debió asomar su postura, pero no lo hizo. El área económica en la que estaba, no lo exonera; trabaja en equipo y todo se relaciona. El sabe además, de problemas cercanos que involucran a los funcionarios en su tarea pública. Proceso publicó en septiembre del año anterior, el caso en el que estuvo involucrado su padre Dionisio Meade en el Banco Obrero. El humo de sus palabras, como aquellos 266 compromisos hechos por el actual gobernante, en este momento a nadie consuelan ni les sirven. De palabras y de humo estamos llenos y por fortuna hay otras opciones. ¡Humo, mucho humo!, decía aquel personaje de Iván Turgueniev, al vincular las reacciones personales con la vida decadente de la Rusia de mitad del siglo XIX. “Todo no es mas que humo y vapor…el mismo juego febril y estéril”, exclamaba. Humo (Todolibro Bruguera 1981, editado en España), es una obra clásica del gran escritor ruso nacido en Orel en 1818, quien sufrió las venganzas del zarismo por escribir una “apasionada necrología” de Gogol. Eso lo llevó a la cárcel. Recientemente conversaba con el periodista y escritor Braulio Peralta, sobre los escritores que han titulado sus obras con la palabra humo, Faulkner entre ellos. En esta edición de Turgueniev se incluye Primer amor titulo que también comparte con otros, Becket entre varios. Yo siempre he preferido Nido de Hidalgos, aunque la obra en general de Turgueniev, gira en torno a la vida ociosa, de lujo y estéril de los aristócratas zaristas y la mucha pobreza y desaliento de la gente del pueblo. Con uno de esos vestidos, dice un personaje respecto a los vestidos lujosos de dos mujeres, (que además usan diamantes y perlas a todas horas) “podrían comer diez; no, hasta cien familias”. Cosa que nosotros podríamos decir ante los lujos, casas, viajes, vehículos de los gobernantes mexicanos y el hecho de que el que fija los salarios mínimos -ahora de 88.36 pesos diarios,- gane ¡173 mil 436 pesos mensuales! En Humo, Gregorio Mijailovitch Litvinov joven de la clase media de hidalgos, campesina, se ha enamorado de una aristócrata frívola que juega con él y lo invita a compartir sus lujosos salones en San Petesburgo. Como en muchos de los personajes del gran escritor, la toma de conciencia en sus decisiones y las reacciones de una clase pensante que detesta al zarismo explotador, se va instalando. Era aquella Rusia que Lenin llevó a la Revolución en 1917, movimiento que se fraguó desde mediados y las postrimerías del siglo XIX. Litvinov recapacita y regresa con su antigua novia arrepentido, para seguir, pese a su espíritu crítico, las reglas del conservadurismo. Reacciones que también se ven en algunos personajes que han sido críticos del PRI, pero que ahora se congratulan con el destape de Meade, porque lo creen un hombre correcto que puede de enderezar el país.