Libros de ayer y hoy
Beethoven descubrió su sordera entre los 26 y 30 años. En México, según INEGi, en el 2020 los discapacitados eran casi 21 millones, el 16.5 de la población. Entre estos hay muchos jóvenes de 18 a 29.9 años, con sordera. Esta representa el 24 por ciento de los 21 millones, o sea poco más de 5 millones. Los datos son oficiales, pero al parecer hay muchas personas que no oyen bien y no les importa, otras no lo reconocen y algunas ignoran que tienen reducción auditiva. Lo que llama la atención es que no haya o haya habido, programas especiales permanentes, que lleguen a la población. Los hay en las instituciones de salud, pero pocas veces, a lo largo de los años fue un asunto prioritario. Por ejemplo, yo estoy en el IMSS desde 1957 y fue hasta hace casi cuatro años que me enviaron, a insistencia mía, a una revisión. Lógicamente, mi pérdida auditiva estaba avanzada. He sabido de muchos casos, amigos y personas cercanas y de los medios que en realidad escuchan poco, tienen una carencia auditiva que los perjudica, cuando no son realmente tapias.
ENOJONES, VIOLENTOS, RETRAÍDOS O MELANCÓLICOS, PUEDEN SER SORDOS
La disminución que hicieron algunas instituciones públicas de prestaciones que daban, como lentes por ejemplo, al parecer incluyó apoyo a aparatos auditivos. Las denuncias que se han hecho de la mucha participación privada que generó la expansión administrativa del IMSS en sexenios pasados, llevó a muchos pacientes a laboratorios y empresas que ellos tenían que pagar. A mi me enviaron en aquella ocasión hace casi cuatro años, a empresas de venta de aparatos auditivos. Estos son muy caros y los de alta tecnología rebasan los 40 mil pesos que jamás estarán a la mano de un trabajador que gana salario mínimo. Hay más baratos incluso de tres mil o cuatro mil, pero son los que aumentan el sonido pero no resuelven el problema de claridad en el lenguaje. Los expertos dan una serie de características o síntomas que llegan a padecer los que tienen capacidad auditiva disminuida: cansancio, vértigo, cefalea, estrés, problemas digestivos, alteración de la presión, etcétera. Se produce un retraimiento, se aíslan, y en muchos hay ansiedad, desconfianza, ira. Yo conozco a muchas personas que son irascibles, a veces violentas y que han elegido aislarse de los demás. No hay peor sordo que el que no quiere oír, dice el dicho, pero eso es metafórico, no se aplica a los reducidos del oído, sino a los necios, a los que se hacen tontos, como ciertos políticos ¿conocen ustedes a algunos? En el problema auditivo hay que considerar también, las reacciones de los otros ante una persona que no oye bien y que pide que los parlamentos se repitan. Hay que advertir además sobre el peligro de la sordera, al no detectar sonidos de alerta en la calle, en su casa, o no escuchar timbres o toques en la puerta.
BEETHOVEN, YA SORDO, ESCRIBIÓ LA NOVENA SINFONÍA, HIMNO DE LA ALEGRÍA
Los biógrafos de Beethoven ( 1770-1857) sostienen que desde que tenía 20 años ya empezaba a experimentar pérdida auditiva, pero que se le recrudeció a partir de los 26 años. A los 50 años, perdió la audición definitivamente, Todavía vivió siete años. La irascibilidad y la sordera la separan esos investigadores y la primera la atribuyen al plomo que en forma permanente consumió en las aguas de un Danubio muy contaminadas, como elemento en vajillas, y en el propio vino que consumía. No relacionan eso con su sordera. Todos coinciden sin embargo en que pese a su irascibilidad y alejamiento social, era disciplinado y responsable en su trabajo. En una carta que escribió a dos de sus hermanos y que fue calificada después de su muerte como el Testamento de Heilegenstad, les pide que donen su cuerpo para que se conozca cuales eran los males que padecía. De acuerdo a esta información se sostiene que tenía atrofia cerebral y que probablemente padeció saturnismo por el plomo. Lo que más lo afectó pese sus muchos padecimientos fue la sordera que de acuerdo a músicos se expresó en el tipo de notas que usó en sus últimos años, Toda esta información se estuvo dando permanentemente el año anterior, dedicado a su memoria. Pese a su soledad y su carácter bronco y sombrío, aparte de sus muchas obras y su labor académica, compuso nueve sinfonías y se ha declarado la Novena Sinfonía, El Himno de la Alegría, de 1854, como la música más bella que se ha escrito. Aquí, parte de una traducción:
Escucha hermano la canción de la alegría,
el canto alegre del que espera un nuevo día
Ven, canta, sueña cantando.
Vive soñando el nuevo sol
en que los hombres volverán
a ser hermanos