Ráfaga
Para leer en el encierro. En todo eso que se escribe a diario o se dice o se repite por los políticos y sus críticos o detractores, diversos géneros aparecen que definirán algún día lo que se vivió en esta época. Las opiniones o noticias para bien o para mal sobre alguien que gobierna, pueden ser retazos importantes de una biografía, enfrentada en otros criterios y de parte del político, memorias de sus acciones o una autobiografía cuando se define como un yo, con sus valores y errores, ante su público. En lo dicho en la Mañanera de AMLO por ejemplo, los dos últimos géneros pueden mezclarse, porque se describen hechos del pasado en torno a una posición y datos interiores personales, cuando se hace una introspección pública de la forma de actuar y de los valores que se mantienen ante tal circunstancia. La descripción puede ser sometida a crítica, pero yo creo que en general define una historia del país que será escrita o grabada, a lo mejor con descargos o aumentos. Lo interesante es como el ciudadano del país va viviendo el transcurrir de la historia en la vida propia y de sus personajes.
COMO ESCRIBIÓ GERTRUDE STEIN LA AUTOBIOGRAFÍA DE ALICE B. TOKLAS
Está claro que una autobiografía solo la puede escribir uno y en el mismo sentido las memoras. Pero las licencias literarias son amplias y Gertrude Stein con cierto sentido del humor, explicó que si el inglés Daniel Defoe escribió la autobiografía de Robinson Crusoe, porque ella no podía escribir la autobiografía de su amante Alice. Esta publicó con el tiempo libros de cocina y es famosa la receta en la que con otras verduras se incluye una ramita de Cannabis. Fue un best seller. Stein es otra cosa, una gran poeta y escritora, mujer rica que se convirtió en mecenas sobre todo de pintores y vivió toda una larga etapa en Francia casi desde de los inicios del siglo pasado y con viajes y temporadas en su natal Estados Unidos, terminó en Francia donde murió en 1946, a los 72 años. Escribió muchos libros y poemarios, algunos de los cuales se han reeditado en los últimos tiempos, sobre todo los últimos. En La autobiografía de Alice B. Toklas (Bruguera Libro amigo 1978), describe un largo andar por la vida de muchos pintores, antes incipientes y después famosos y la forma como los cobijó en su casa de París, situada en Fleurus número veintisiete, un pequeño chalet de cuatro estancias que atrás tenia un taller donde se exhibían decenas de pinturas y dibujos de artistas de la época, por lo general en pleno ascenso. Ella y su hermano se daban el lujo de comprar Cézanes, varios y arropar en sus inicios y después a Picasso, Matisse, Braque y muchos más que van caminando por el libro de Getrude como si fuera la propia Alice la que escribiera. De hecho la escritora respeta las vivencias de Alice pero en realidad a partir de la voz de ésta, el libro es la biografía de la propia Gertrude. Un revoltijo muy interesante, como cuando describe a los pintores, sus virtudes, sus defectos, las corrientes pictóricas que había en ese tiempo, la primera guerra mundial y como la enfrentaron, la relación estrecha con Matisse y Picasso y después, pasada la guerra, su relación con otros grandes personajes, como el fotógrafo Man Ray que la fotografió, Hemingway, T. S. Eliot, Ezra Pound, Jean Cocteau, Juan Gris, etcétera. sus amores y mujeres y sus diferencias. Con Eliot, dice, le gustaba discutir sobre “redundancias y solecismos”. Lo más triste que menciona es la muerte trágica de Guillaume Apollinaire. Ya en otra ocasión lo he mencionado.
LA GUERRA DESTRUYÓ VIDAS Y TRANSFORMÓ EL ARTE. MATÓ A APOLLINAIRE
El famoso retrato que Picasso le hizo a Gertrude tardó 90 días en terminarse. La escritora, entonces de 33 años, iba todos los días a posar. En la la obra que es una de las más celebradas, Gertrude se ve vieja y realmente fea. Picasso la pintó cuando él aún no tenía 25 años. En fotos y otras pinturas, Gertrude, que no era hermosa, pero si elegante, se ve más viva y atractiva. La descripción de la muerte de Apollinaire en el libro, refleja la tristeza que causó en el muy variado medio cultural de la época. El escritor, entonces de 38 años, era una persona solidaria y comprometida y aunque no era de origen francés, sino italiano, se inscribió en el ejército francés y en una batalla recibió un balazo en la cabeza. Murió el día en el que se firmó el armisticio. Era poeta, cuentista, uno de los grandes talentos de la época. En su cuento El mono y el loro (Los policíacos involuntarios, Editorial Arte y Literatura, La Habana, Cuba 1981), describe con maestría la venganza que ejerce un noble contra su bella esposa que presuntamente lo había engañado y como utiliza a un marinero que recién descendido de su barco, vende un mono y un loro. Lo invita a su casa y ahí lo encierra junto con su esposa y lo obliga a asesinarla mientras lo amenaza desde una mirilla con un arma. El mono había quedado fuera, pero el loro estaba en la habitación con la esposa y el marinero. Breve es el cuento que culmina cuando el noble se retira a una casa en la campiña, donde todos los días suele escuchar repetida la frase de su esposa en la repetición del loro: ¡Harry, soy inocente!