Inseguridad y violencia no paran
Un ejército con el pueblo, no para reprimir
En una entrevista que le hice hace tiempo al comandante sandinista Víctor Tirado, me dijo que todos los ejércitos del mundo están creados para matar. El concepto puede ser aplicado quizá, cuando en extremos hay que defender a la patria, pero la realidad ha demostrado que muchos ejércitos en el mundo, adiestrados militarmente, están integrados a las funciones del pueblo. La idea primordial de este gobierno ha sido eso precisamente. La actuación de los ejércitos en la vida institucional de México, ha estado signada por las órdenes civiles y ha sido un comportamiento que estando sujeto constitucionalmente a esos mandos, su actuación ha sido controvertida. En muchos casos, algunos históricos, el ejército fue utilizado para reprimir. El cambio, también histórico, que se está aplicando en este gobierno, causa desasosiego en ciertos sectores que recuerdan con preocupación los casos de las dictaduras militares sobre todo en el cono sur y las traiciones terribles, una de las cuales acaba de ser recordada el once de septiembre, con el golpe contra Salvador Allende en Chile, de Augusto Pinochet.
EL EJÉRCITO EN EL PAÍS ESTÁ CAMBIANDO. EN OTROS TIEMPOS, FUE UTILIZADO
Frente a las opiniones que surgen sobre un militarismo que en acción se está promoviendo con los cambios en la Sedena y las políticas que ha usado este gobierno con el cuerpo militar, transcribo la opinión diversa de la periodista Manú Dornbierer publicada en el Acuse de recibo, de la columna Utopía de Eduardo Ibarra Aguirre del 13 de septiembre. Sostiene que “Militarizar no. Lo que hoy hacen los militares (y bien), es trabajar para el país, para todo el pueblo, para mi, para ti. No como antes cuando trabajaban para funcionarios. Hay que recordar la agresión que ordenó Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría para frenar al pueblo en 1968 y 1971. La Guardia Nacional existe en otros países democráticos. En México el ejército siempre fue de gente del pueblo y no de la elite como en otros países. Pero la gente del gobierno en el neoliberalismo (y antes), lo utilizaba solamente para cuidar a los funcionarios del gobierno en turno”.
EL EJÉRCITO MEXICANO SIEMPRE TUVO MANDOS CIVILES, DESDE SU CREACIÓN
Uno de los libros que mas informes da de las fuerzas armadas en México, El Ejército Mexicano, fue publicado en 1979, aunque vienen insertas imágenes y datos de años posteriores. Lo que las investigaciones han aportado, es que los ejércitos ya existían en la cultura Olmeca desde el Preclásico superior, ejércitos guerreros, exhibidos con muestras arqueológicas de esculturas monumentales de apariencia militar, como la encontrada en Tres Zapotes en Veracruz. La evolución se fue dando y desde su información inicial se advierte que los ejércitos en funciones en Tenochtitlan, ya recibían órdenes de sus jefes políticos, que eran reconocidos como jefes supremos militares. Un regalo de libros que llegó doble a mis manos en 1981, por medio de un envío del amigo sonorense Enrique Lendo, entonces Director del Banco del Ejército, se zafó de uno de los pesados tomos, para ser enviado a Nicaragua al Ejercito Sandinista. Fue via el periodista ya fallecido ManlioTirado, corresponsal de Excélsior en ese momento. Es una obra cuya investigación estuvo bajo la dirección del general brigadier Luis Garfias Magaña, que pretende abarcar la larga historia de ese cuerpo mexicano que pasó también largos avatares y que según la introducción, “El 24 de febrero de 1821, una bandera creada por el Ejército Trigarante surgido del Plan de Iguala, que unía indios, criollos y mestizos, cimentó la creación del Ejército Nacional Mexicano”. Definido bajo un concepto popular con características que aún se destacan en el tiempo de la edición, hace 43 años, el escrito introductorio no es omiso para recalcar las debilidades del cuerpo armado. Sobre todo en las elites que lo encabezaban durante el porfirismo y que fueron ciegas ante la protesta de un pueblo que finalmente se alzó. Rescata por todas sus virtudes al general Felipe Ángeles, cuyo nombre ostenta el nuevo aeropuerto en el que intervino el actual ejército, que supo entender la profundidad de aquel movimiento y se sumó a él. Pero hay silencio en los sucesos del 68, por ejemplo. Dividido en nueve capítulos desde sus orígenes, se extiende en sus funciones y al final publica los nombres y fotografías de los secretarios de estado de Guerra y Marina y Defensa Nacional, que estuvieron a cargo del ejército desde 1911, hasta la fecha posterior al cierre del libro, por lo que dijimos antes. Por las fechas y hechos que se mencionan y la historia de sus diferentes etapas, es un libro interesante que vale volver a reeditar, con ciertos añadidos críticos. Tiene, además, muchas estampas, e imágenes de combates y actos diversos.