Ráfaga
El padre Llaguno de Tarahumara y las muertes
El asesinato de los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar en la zona de la Tarahumara, que ha causado gran indignación, coloca en plano a los que realmente son los religiosos que dedican sus vidas a la de los pobres, en este caso indígena. Y que en este terrible acontecimiento, la dieron sin que quede claro la causa de su muerte. Eso me recordó a uno de los fundadores de esa vicaría, el padre José Alberto Llaguno, el segundo vicario de esa zona elevada a diócesis muchos años después y obispo adicional según se menciona en su biografía y uno de los sacerdotes teólogos de la liberación, comprometidos, que dedicó 40 años de su vida a esa zona. A su muerte ocurrida en 1992, se creó la Fundación Tarahumara José Alberto Llaguno, con curas desprendidos del boato episcopal que lo consideraba el gran creador de la lucha a favor de los rarámnuri en ese lugar. La fundación se basó en su tesis La personalidad jurídica del Indio y el III Concilio provincial Mexicano de 1585. Un hombre desprendido a quien tuve el honor de conocer y entrevistar. Al verlo siempre sonriente, en su sencillez nadie podía imaginar que como párroco, vicario y después obispo adicional, era doctor en Derecho Canónico ¡y piloto aviador!.
LA VERDADERA RELIGIÓN, EN CURAS QUE DEDICAN SU VIDA A LOS DEMÁS
En mi largo tiempo de cubrir la fuente religiosa, a la que con otra reportera Teresa Gurza, le imprimimos ambas la nota política liberada de responsos, ésta llegó a tener un enfoque periodístico cotidiano. No solo en la iglesia católica sino en otras religiones. Cosa que a los obispos llegó a gustarles porque les exacerbaba su pertenencia y ante las preguntas nuestras había largas e interesantes respuestas. Tuve grandes amigos en la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) y eso me permitió llegar a hoteles de monjas junto al Vaticano recomendada desde aquí para cubrir varios sínodos. La amistad se extendió a Sergio Méndez Arceo quien fue cariñosamente a regañarme por mis críticas a la CEM, en un encuentro eclesial en Cuba. En contradicción de posiciones, pero con el mismo afecto, la relación con el padre Francisco Ramírez vocero de la CEM en recuerdos de sus tiempos en la Radio Vaticana y cercana y pero no tanto, porque los veía poco, con Samuel Ruiz y Arturo Lona. Pero quien realmente me dejó sorprendida fue Llaguno. Hombre de presencia agradable, parecía italiano, siempre amable, se reunía conmigo y otros obispos cercanos a él, en las asambleas anuales del Episcopado en Guadalajara y después en la CDMX, con seminaristas que llegaron a hacerme la invitación de ser su madrina de generación, a mi, ¡una no creyente! Los cuchicheos en los intermedios de las asambleas agradables y siempre junto a mi el padre Llaguno con interesante carga en esos eventos a favor de la Tarahumara. La zona era peligrosa en ese tiempo de 1985 y codiciada por empresarios y mineras. Quizá había pesquisas en contra de religiosos comprometidos con los pobres, que enseñaban y apoyaban a los indios. Era la época de la Teología de la Liberación. Un joven italiano que trabajaba con Llaguno fue inspeccionado por horas en el aeropuerto de Roma.
ESTUVIERON A PUNTO DE DETENER EN ROMA A EDUCADOR DE TARAHUMARAS
En 1985 se realizó en diciembre un Sínodo de obispos en Roma al que me envió el diario Unomáuno. Me encontré en el vuelo a tres italianos, uno de ellos una mujer antropóloga y de los otros dos un empresario joven y un guapo muchacho que había trabajado con el padre Llaguno en la Tarahumara. Al llegar a la terminal del aeropuerto Leonardo Da Vinci de Roma, el joven fue retenido varias horas. Los otros tres lo esperamos, pero cuando se supo que se le investigaba por formar grupos de apoyo a favor de un cambio, los otros dos italianos se hicieron a un lado, pero yo me acerqué y escuché el interrogatorio en el que se le mencionaba su paso por Guatemala cercano a la zonas indígenas. Finalmente cuando ya más de la media noche, salimos, los dos se quedaron en Términi y el joven gentilmente me acompañó a buscar un hotel cercano que me alojara. Me despedí con la certeza de que aquel vicario tan humano como el padre Llaguno, algo hacía incidido en él. Así son realmente, los curas que trabajan en esa zona serrana del país. Dos de los cuales por desgracia han sido asesinados, por lo que urge justicia.